¿Cuándo comenzamos a envejecer? Los picos del envejecimiento.

envejecer David EPC

A nadie le gusta envejecer, pero envejecer es un hecho inexorable. Curiosamente en la sociedad actual habituada a ser una sociedad henchida de imágenes sin sustancia, todo lo que está fuera de los cánones impuestos por la gente más joven pasa a estar demodé: llegando en algunos casos a relegar a las personas menos jóvenes a estar caducas.

Muchas personas intentan averiguar la edad de otra persona con «trucos» sobre las posturas, las arrugas, y principalmente las arrugas que emanan habitualmente de las esquinas de los ojos.

Un estudio realizado por la Universidad Stanford acaba de arrojar luz sobre la edad en la que comenzamos a envejecer, y los picos del envejecimiento.

A lo largo del siguiente artículo que tendrá una segunda parte en la web de la editorial: «Mr. D Books», les explicaré como tener el mejor envejecimiento posible: con diferentes estrategias para conseguirlo.

¿A qué edad exacta comenzamos a envejecer?

El último estudio realizado por la Facultad de Medicina de la prestigiosa Universidad Stanford ubicada en Palo Alto (California) concluye que a la edad de 34 años comenzamos a envejecer.

En esta edad debemos ubicar el primer pico de envejecimiento fisiológico. A partir de dicha edad iniciamos la «edad adulta temprana».

Desde la edad de 34 años comenzamos a tener un descenso significativo de las hormonas que mantienen las funciones cognitivas, tonicidad muscular, etc. Este descenso significativo es el que comenzará a marcar el ritmo del envejecimiento.

¿Qué hacer a partir de los 34 años?

En la primera parte del envejecimiento, en ese momento justo, debemos centrarnos principalmente en la alimentación: una alimentación consciente.

A través de la alimentación se activan los genes, estos genes son los que sanean constantemente nuestra información genética.

¿Cuáles son todas las etapas del envejecimiento?

El estudio concluye que existen tres etapas en el envejecimiento: la edad adulta temprana, la edad media tardía, la vejez.

Edad adulta temprana (34 – 60 años): primeros signos del envejecimiento.

Edad adulta tardía (60 – 78 años): comienza a disminuir la masa ósea, los tejidos se atrofian; iniciándose así el deterioro físico, cognitivo (en algunos casos), y las enfermedades relacionadas directamente con la edad.

Vejez (78 años – ): esta etapa se caracteriza porque en ella los órganos comienzan a fallar, lo que podemos considerar como un declive funcional de los órganos. La pérdida de la capacidad adaptativa y cognitiva que hasta los 78 años era progresiva, sufre lo que denominamos comúnmente: una caída en picado.

¿Cuáles son las señales del envejecimiento?

El estudio halló cinco señales claras que demuestran el envejecimiento, estas son:

1- El metabolismo se vuelve más lento.
2- La estructura ósea se debilita.
3- Se comienza a tener problemas para recordar cosas.
4- Se modifican los patrones del sueño.
5- La estructura ósea comienza a deteriorarse.

¿Cómo son las etapas del envejecimiento?

En contra de la opinión mayoritaria de las personas, que piensan que el envejecimiento se produce a un ritmo perfectamente lineal… no es así.

El estudio de la Universidad Stanford demostró que el ritmo de envejecimiento no es constante, traza una trayectoria entrecortada con tres puntos de inflexión diferenciados (34 – 60 – 78 años).

¿En qué consistió el estudio?

Los científicos tomaron muestras de 4263 personas de edades comprendidas entre 18 y 95 años. Las muestras fueron obtenidas a través de una única gota de sangre.

Estos analizaron el plasma (fracción de sangre libre y fluida) de los voluntarios. En dicho plasma estudiaron los niveles de 373 proteínas que circulaban por dicha sangre.

El estudio se basó únicamente en las proteínas.

¿Por qué se centraron en las proteínas?

Las proteínas en definitiva son los «caballos de batalla» de las células que constituyen nuestro organismo. Cuando los niveles relativos de dichas proteínas sufren cambios radicales, lo que sucede es que nuestro organismo también cambia. Ergo, mirar a muchas proteínas en nuestro plasma nos indica instantáneamente lo que ocurre en nuestro organismo.

Aunque en el estudio se centraron en 373 proteínas, con haber tomado una muestra de 9 proteínas se hubiera conseguido un resultado realmente aceptable.

Lo que se consiguió hacer, fue crear un «reloj proteómico». Obviamente, al trabajar con 373 proteínas en lugar de 9 se consigue una mejor precisión en la predicción.

El reloj proteómico

Con el reloj proteómico se llegó a una fórmula que fue capaz de predecir las edades de todos los voluntarios con un error de tres años en la mayoría de los casos.

Y, digo en la mayoría de los casos, ya que cuando no fue así se llegó a un resultado muy curioso. Cuando en las personas en que fallaba la fórmula, dicha fórmula les predecía una edad mucho menor. Estas personas estaban notablemente más saludables para su edad.

Rápidamente el equipo dirigido por el neurólogo de la Universidad de Stanford Tony Wyss-Coray pensó en el estudio LonGenity. Este estudio es un estudio también basado únicamente en las proteínas, pero para comparar resultados tuvieron exclusivamente en cuenta a un espectro de personas judías askenazíes que participó en el LonGenity.

Los judíos askenazíes

Los judíos askenazíes son un grupo de personas que podríamos denominar «ultra longevas». En el estudio LonGenity se puso de manifiesto que dichas personas tenían una clara divergencia sustancial entre la edad fisiológica y la cronológica.

Se comprobó con los datos de los dos estudios que hay personas que tienen una propensión genética a una salud excepcionalmente buena en la etapa de la vejez avanzada.

Los judíos askenazíes mediante el reloj proteómico, o de proteínas plasmáticas estimó que tenían un agarre más fuerte y una mejor cognición que la que correspondía a su edad real.

En el siguiente artículo les ampliaré estos resultados, explicando a su vez las mutaciones de los genes que dan como resultado tan inusual longevidad.

Hombres y mujeres, ¿envejecen por igual?

El estudio en que la representación era pareja, también reveló que ambos sexos envejecen de manera diferente.

Para llegar a esta conclusión se tomaron los resultados del estudio LonGenity, en el que se analizaron 3000 proteínas en el plasma de cada individuo, donde se identificaron 1379 que variaban significativamente con la edad de los voluntarios.

De esas 1379 proteínas, 895 (dos tercios) fueron significativamente más predictivas para un sexo que para otro.

Las personas llamadas a ser longevas

Existen personas predispuestas genéticamente a ser longevas, pero de este grupo poblacional muy pocas van a tener un envejecimiento de una buena calidad.

El objetivo de una buena calidad de envejecimiento es llegar a los diferentes picos del envejecimiento con un cuerpo, mente, y una estructura ósea y muscular que les permita hacer una vida plena.

¿Qué hacer a partir de los resultados del estudio?

Si se identificaran exactamente las proteínas que antagonizan o promueven el envejecimiento en las diferentes etapas de la vida de un individuo, se podrían confeccionar diversas terapias específicas y preventivas.

Dentro de las proteínas sus alteraciones son muy importantes, estas alteraciones pueden detectar de una manera temprana tanto el Alzheimer como las enfermedades cardiovasculares. Por medio de un diagnóstico temprano, al paciente se le puede brindar una mejor calidad de vida.

¿Cuál es la mejor solución para un óptimo envejecimiento? La autofagia

Hacer deporte diariamente, y comiendo con consciencia principalmente.

Haré hincapié no en lo que se come, sino en como se come.

Todo lo que comemos activa nuestros genes, por ende estamos saneando permanentemente nuestra información genética.

La autofagia es un mecanismo natural de regeneración que ocurre en nuestro cuerpo únicamente a nivel celular. Este mecanismo, reduce la probabilidad de contraer ciertas enfermedades y así prolonga la esperanza de vida.

Para activar este proceso, hay que activar la enzima llamada telomerasa. Esta enzima se activa realizando deporte, comiendo de una manera saludable, y haciendo algo que «está de moda»: ayunos intermitentes.

Los ayunos intermitentes

Los ayunos intermitentes se deben hacer cada cuatro, seis, ocho, doce, incluso hay personas que llegan a las veinticuatro horas.

Este hábito del ayuno intermitente logra activar los enzimas (telomerasas) encendiendo las mismas, consiguiendo que estas depuren los genes.

Lo ideal que pueden hacer es: al inicio de la semana (el lunes) comenzar con un ayuno. Dicho ayuno, tras el fin de semana (normalmente lleno de excesos), les ayudará a reparar los genes.

Posteriormente lo aconsejable es comer en intervalos de 4/8 horas durante toda la semana, completándolo con actividad física.

Miscelánea

Envejecer no es una cuestión de progresión lineal, se va diferenciando en picos de envejecimiento que dan lugar a las tres etapas del mismo.

El santo grial de la eterna juventud es una quimera, pero se puede retrasar el envejecimiento: modificar la manera de envejecer mediante una actuación personalizada y temprana.

Sabiendo que comenzamos a envejecer a los 34 años exactamente, ustedes pueden tomar cartas en el asunto. Están a tiempo, y muchos de mis lectores aún tendrán toda la vida por delante para llevarlo a cabo.

Para todos ustedes les recomiendo mantener el control de los niveles de colesterol, el entrenamiento de la capacidad cardiovascular, y también de la fuerza. Estas simples acciones les proporcionarán una mejor calidad y esperanza de vida.

No olviden la autofagia, y los ayunos intermitentes que extenderé en el siguiente artículo.

Desde ahora comenzarán a salir a la luz numerosos estudios sobre el envejecimiento, debido a que la OMS aceptará a la «edad avanzada» como una enfermedad en el IDC (clasificación internacional de las enfermedades). Desde esa fecha se podrán hacer definitivamente investigaciones en humanos a gran escala.

Sea como fuere todos nosotros estamos abocados irremediablemente al envejecimiento, pero como una infinidad de cosas de la vida: envejecer, también es un arte.

«Saber envejecer es la obra maestra de la vida, y una de las cosas más difíciles en el dificilísimo arte de la vida». Henri-Frédéric Amiel.

 

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