El gen «wanderlust»: ¿mito o realidad?

WANDERLUST-David EPC-

 

Introducción

He podido leer a lo largo de estos meses en varios blogs y artículos de prensa relacionados con este gen. También he consultado a varias personas que optan por definirse así dentro de sus propios perfiles. Y, ha sido con este amasijo de informaciones incompletas por lo que me he decantado por escribir mi artículo de prensa semanal.

 

El término “wanderlust”

El término que tanto está en boga en la actualidad, proviene de un préstamo lingüístico al idioma inglés llevado a cabo en el año 1902, este préstamo fue tomado del idioma alemán; «Wandern» andar a pie, caminar y «Lust» placer, gozar. Con lo que se podría traducir literalmente como placer por caminar, el término al trasladarse al inglés se incorporó como “Wanderlust”: «a strong desire for or impulse to wander or travel and explore the world”, que traducido literalmente al español: wanderlust sería, entonces: un «fuerte deseo o impulso de recorrer y explorar el mundo».

 

La dopamina

La dopamina es un mensajero químico o neurotransmisor que regula nuestra adrenalina. La dopamina se activa mediante lo que conocemos como «recompensas naturales»: comida, humor, interacciones sociales, sexo, etc.

La dopamina junto con la serotonina – bautizada como la hormona de la felicidad -, esta dualidad es la encargada de regular los niveles de placer y el sistema anímico del cerebro.

El problema de los niveles de dopamina en el cerebro; tanto a niveles altos, como a niveles bajos da lugar a serios problemas. En el caso de niveles bajos, se asocia al sobrepeso, apatía, anhedinia, etc. Mientras que niveles altos de la misma da lugar a la hiperactivación, hipersexualidad, hipersocialización, etc.

Otros estudios han asociado la falta de dopamina con el sobrepeso, de esta forma a las personas con menor concentración de dopamina les haría falta comer más para obtener el mismo “placer”.

Niveles bajos de dopamina se asocian con problemas de socialización (por ejemplo ansiedad social), apatía, anhedonia -incapacidad para experimentar placer-, etc. Mientras que niveles altos de dopamina se asocian con la hiperactivación, hipersexualidad, hipersocialización, hedonismo, etc. Estudios recientes asocian niveles altos de dopamina con la esquizofrenia y el Parkinson. El temido TDAH: (Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad), también está asociado a desórdenes de la dopamina en el cerebro. Se concluye que cualquier anomalía en la dopamina estará relacionada directamente con desórdenes neuropsiquiátricos severos: esquizofrenia, trastornos del estado de ánimo, trastorno obsesivo compulsivo, trastornos del espectro autista, trastorno por déficit de atención con hiperactividad, el síndrome de Tourette, la drogodependencia, y la enfermedad de Parkinson entre otros.

La dopamina al estimular los intrincados circuitos cerebrales del placer, tiene una estrecha vinculación con las drogas: cocaína, anfetaminas, etc. Véase, con la drogadicción.

 

Los receptores de dopamina

En nuestro cerebro tenemos cinco receptores de dopamina, pero no sólo ocurre en el caso de los humanos, también ocurre en la totalidad del mundo de los vertebrados. Este tipo de receptores poseen los nombres: D1, D2, D3, D4 y D5. A los receptores de dopamina se les denomina receptores dopaminérgicos. A lo largo de este artículo nos centraremos en el receptor D4, y en su variante 7R.

 

El gen DRD4-7R

El gen receptor de dopamina D4, posee una variante situada en el cromosoma 11 llamada 7R. Esta fue descubierta hace ya más de dos décadas. A esta variedad genética es la que han mal denominado “gen wanderlust”. Personalmente no me parece mal, me ocurre lo mismo que con el término “superluna” que tanto se usa en los medios de comunicación y que fue acuñado no por un científico, si no por el astrólogo Richard Nolle en el año 1979. Sea como fuere, estos términos tan “cool” hacen que las personas se interesen por la ciencia y el conocimiento. Espero así, que ocurra lo mismo con el “gen wanderlust”.

Es un gen asociado tanto al comportamiento como a la motivación, mientras que su variante 7R está asociada a la curiosidad y a la inquietud. Lo que se conoce como “exploradores de novedades”, estos tienen asociada una baja actividad del gen DRD4.

Lo que realmente aporta la variante «7R» es la inquietud. Esta inquietud puede llevarnos finalmente a tomar decisiones incorrectas para nuestro completo bienestar.

La inquietud explica aptitudes como pueden ser: la creatividad, la habilidad, la motivación. Estas personas, son impulsadas a la investigación y a la toma de riesgos. Y, por supuesto en su amplio sentido a la exploración de novedades, como es la exploración de lo desconocido: los viajes.

El problema de la inquietud es que se puede desgobernar, llegando en algunos casos a perder la razón y la lógica.

 

Desmitificando el “gen wanderlust”

Las personas que al autodefinirse como “wanderlust” o poseedoras de gen DRD4-7R, al terminar de leer este artículo seguramente se planteen cambiar su estado de las redes sociales. Ya que si me dedican unos minutos, podrán comprender que no sólo les pueden asociar con viajeros, si no que también lo pueden hacer con personas infieles, promiscuas, y psiquiatricamente inestables.

Estamos demasiado influenciados por la inmediatez, la prontitud a la hora de buscar nuevas definiciones que puedan hacernos originales. En esta inmediatez, podemos cometer el error de no conformar correctamente nuestras definiciones.

Decir que el espíritu viajero, o que la tendencia de unas personas a querer viajar constantemente jamás puede basarse en un único gen. Esta tendencia, la de la exploración de lo desconocido se deben a una muy compleja interacción entre los genes y el entorno.

 

El gen DRD4-7R y la infidelidad

Un estudio de la Universidad de Binghamton, situada en el estado de Nueva York, reveló en las variedades individuales concernientes a la conducta sexual, que pueden estar influenciadas por variaciones genéticas individuales: esa variedad genética era la «7R».

El estudio consistió en analizar muestras de ADN de 181 individuos: jóvenes y adultos, hombres y mujeres.

Tras el análisis determinaron que las personas con la variación genética habían sido más infieles. No obstante, las personas con el gen DRD4-7R, el 50% confesaron que eran infieles habitualmente. Mientras que las personas que no tenían dicho gen, el 22 % también lo eran habitualmente.

Con lo que las personas que poseen el gen DRD4-7R, podríamos decir que tienen el doble de tendencia a la infidelidad que las que no lo poseen.

En contra de la creencia popular, los hombres no son mucho más infieles que las mujeres. Del estudio se concluyó que las personas infieles con la variante genética: el 26% eran hombres, y el 23% eran mujeres.

Con lo que podemos concluir a su vez, que la infidelidad no es cosa de sexo.

Quizás, la creencia popular de la infidelidad es una creencia machista. Ya que nunca se habían recabado datos en nuestra sociedad actual.

 

La infidelidad no es cuestión de sexos

Para desmitificar esta creencia un grupo de científicos de la Universidad Metropolitana de Manchester, realizó un estudio donde concluyó que el 20% de los hombres eran infieles, y el 15% de las mujeres también lo eran.
Esta casi igualdad en los sexos, es debido a la inserción de la mujer en la vida laboral, y a su independencia económica, y mayor formación cultural. Cosa que no ocurría hace apenas un siglo. Por suerte, el ser humano debe poder elegir sus preferencias en igualdad.

La igualdad de sexos es uno de los progresos más importantes en la humanidad. A lo largo de la historia, estamos en el momento más igualitario en cuanto a sexos en las sociedades industrializadas, aunque evidentemente nos queda un camino aún muy largo.

Es obvio que tanto la infidelidad como la promiscuidad, y el sexo de una noche sean iguales en hombres que en mujeres. Ya que estamos hablando de un gen que se manifiesta por igual.

Ante estos actos, el portador de la variante libera una descarga muy elevada de adrenalina, descargando una dosis extra de dopamina que este necesita urgentemente para el sistema de placer y con ello el portador obtiene una recompensa extra para su cerebro.

 

El porcentaje de la población con el gen DRD4-7R

Aunque lean en muchos perfiles que hay muchas personas que se definen como “Wanderlust” realmente, según el Diario Oficial del Comportamiento Humano, este gen sólo está presente en un 20% de la población, puede que activo o inactivo. No obstante, únicamente el 10% ha manifestado que le encuentran activo.

 

¿Por qué poseemos el gen DRD4-7R?

Se ha ido demostrando a lo largo de estas últimas dos décadas en cientos de estudios que los poseedores de dicho gen tienen una mayor tendencia a la exploración de nuevas ideas y conceptos, además son mucho más proclives a la toma de riesgos, afrontan nuevas relaciones con mayor facilidad, realizan una mayor exploración en las conductas sexuales, y están especialmente arraigados a todo tipo de adicciones: drogas, alcohol y azar. La mayor parte de estudios se han centrado en su relación con el TDAH, y en todos ellos hay una relación directa con esta variante del gen.

 

La historia del gen DRD4-7R

La historia de la variante de este gen comienza hace unos 60000 años, cuando el Homo sapiens emigró de África para colonizar el mundo. En su viaje atravesaron Oriente Medio, y fueron desplazándose por la costa sur de Asia. En unos 10000 años estos Homo sapiens llegaron a Oceanía, concretamente a Australia y Nueva Guinea. Estos lugares eran los más accesibles para ellos, ya que se encontraban al nivel del mar. En los próximos 10000 años, aquellos primeros colonizadores se fueron asentando por diversas islas de la región, lo que hoy conocemos históricamente por Oceanía Próxima. Finalmente concluyeron su viaje de milenios al llegar al archipiélago de Bismarck y las islas Salomón. Como curiosidad, les indicaré que el archipiélago de Bismarck no fue descubierto por los occidentales hasta el año 1616, y lo descubrió el marino y explorador neerlandés Willem Schouten.

Los moradores descendientes de los africanos se asentaron en la Oceanía Próxima, eso sí, sin sobrepasar los límites definidos por las islas Salomón: más allá de las mismas les conllevaba pasar semanas o meses enteros sin divisar tierra, con las complicaciones que eso les suponía. Con lo cual optaron por no sobrepasar ese límite.

Hasta que hace unos 3500 años tuvieron una inesperada visita, unos pobladores del norte: los austronesios. Estos, partieron hace 4500 años de la costa del sur de China y de Taiwan. Al llegar a las Filipinas y diversas islas del Sudeste Asiático, comenzaron a mezclarse con la población autóctona creándose así el pueblo de los lapitas.

Nos detenemos en el viaje. Se realizaron en 1999 y en 2011, dos estudios muy potentes respecto a los portadores del gen DRD4-7R. En el primer estudio se comprobó que la variante 7R era más frecuente en las culturas migratorias modernas, que en las que estaban asentadas en China. No obstante, en el segundo estudio (un estudio mucho más amplio) se concluyó que era perfectamente lícito atribuir este gen a los herederos genéticos cuyos antepasados partieron 60000 años atrás desde África.

Si analizamos la historia de las migraciones, el gen DRD4-7R debería de manifestarse tanto en los oceánicos como en los asiáticos. Es más debería manifestarse mayoritariamente en los asiáticos, ya que cubrieron mayores distancias con lo que colonizaron mucha mayor extensión de tierra gracias a sus novedosos sistemas de navegación. Pero, la realidad es que el gen se manifiesta mayoritariamente entre los oceánicos descendientes de los africanos. La explicación, es que los asiáticos lo que realmente aportaron, a mayores de sus increíbles viajes, fue la novedad.

 

¿Es realmente el gen DRD4-7R, el gen viajero?

Con los datos anteriores no parece que sea muy correcto, que las personas se definan como “WANDERLUST”, y definirse como portadores del gen DRD4-7R.

Si finalmente me baso en el último estudio que ha caído en mi poder, y el mejor documentado; en él definieron el gen DRD4-7R, como el “gen de la supervivencia”.

Se realizó un estudio poblacional con los integrantes de la etnia ariaal de los masais africanos. Y, se estudiaron las características de los portadores del gen. Estos, eran más fuertes y estaban mucho mejor alimentados. Eso sí, si vivían en tribus nómadas. Pero, los portadores del gen estaban mucho peor alimentados en el caso de vivir con un estilo de vida sedentario.

Con lo que se concluye que como ocurre con todas las variantes genéticas depende a su vez de las condiciones del entorno. Véase una persona portadora del DRD4-7R, dentro de ambientes cambiantes, hostiles o extremos se ve favorecido debido a la condición inherente del gen. Razón por la que he denominado al gen como “gen de la supervivencia”.

 

¿El gen viajero?

Sea como fuere no podemos denominar al gen DRD4-7R, como el gen viajero. Podría ser que un grupo indefinido de genes pudiera dar lugar a una conducta de exploración de lo desconocido, pero nunca un gen solitario.

Lo que realmente podríamos hacer es definir este gen como el gen de la inquietud, de la infidelidad o incluso de la supervivencia.

Como nota adicional destacaré que la mayoría de “estudios” que se han realizado sobre el gen viajero, no tienen rigor metodológico ni estadístico. Ergo, esto implica que carecen de validez científica.

 

Miscelánea

En un tiempo en que la inmensa mayoría de personas están etiquetándose asiduamente, me hace pensar en una involución social. Cuando a esto añado la tendencia a la inmediatez y a la prontitud en los razonamientos, esto nos conduce inevitablemente a la superficialidad.

Tanto las etiquetas sociales como la superficialidad: nos abocan a la no profundización en nuestro estudio, conocimiento y formación. Esta falta de profundización nos lleva a vivir inmersos en la belleza tangible, mientras que la belleza intangible o la real queda abandonada al olvido.

Quizás, el ansía desmesurada por «gustar» en esta sociedad demasiado digitalizada, nos está encaminando lentamente a una peligrosa sociedad sin brújula.

Insto a mis lectores que en cuanto tengan en su entorno habitual un nuevo vocablo o modismo, indaguen en él con la mayor precisión que les sea posible. Piensen que un mundo amplificado por la publicidad tiende a repetir lo ya inventado, por falta de verdadera innovación.

A aquellas personas que opten por poner en los perfiles de sus redes sociales “DRD4-7R”, les insto a que analicen los pros y contras de poseer dicho gen. Y, claro en el caso de que opten por definirse con ese gen, deberían hacerse un análisis de ADN para comprobar que realmente son poseedores del mismo.

 

 

«El campo de estudio adecuado para la humanidad es todo». Margaret Atwood

 

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