El ‘speed watching’

¿Normal o acelerada?

Muchas personas en la modernidad tardía están empezando a utilizar con asiduidad la escucha de mensajes y vídeos al doble de la velocidad normal.

Hoy, les hablaré del ‘speed watching’.

¿Qué es el ‘speed watching’?

Podríamos definir el ‘speed watching’como la tendencia a reproducir principalmente vídeos y pódcast, pero también mensajes en formato audio enviados a través de plataformas como WhatsApp, a una velocidad mayor de la que fueron producidos.

Principalmente, las personas que utilizan el ‘speed watching’ las podemos englobar dentro de las más jóvenes de la sociedad, aunque dicha práctica se está extendiendo como una plaga entre todos los grupos de edades.

Esa manera de ahorrar tiempo, según se acaba de publicar en un reciente estudio, tiene severos riesgos para la memoria. Esa escucha a más velocidad afecta a la atención, y también afecta a la memoria.

¿x2, x1.5,…?

Son diferentes velocidades que utiliza la población para la escucha. Y, esa cantidad de población supone un porcentaje muy elevado del total.

La capacidad cognitiva

Las capacidades cognitivas son aquellas habilidades por las que nuestro cerebro nos permite aprender, prestar atención, memorizar, hablar, leer, razonar, comprender…

El ‘speed watching’ afecta a nuestra capacidad cognitiva

Cuando se escucha un audio a una mayor velocidad, hay aspectos del mensaje que nos perdemos.

Esos aspectos esenciales que nos perdemos se denominan en su conjunto: prosodia.

La prosodia es la entonación, la parte emocional del mensaje.

El mensaje a mayor velocidad está carente de prosodia. Como consecuencia de ello, el contenido del mensaje se termina diluyendo.

Esa pérdida de información en el mensaje también termina por afectar a nuestro sistema nervioso.

¿Por qué?

Porque poseemos diferentes regiones cerebrales que de una manera excepcional hacen procesar los elementos que configuran una frase, un fragmento; esos elementos siguen una cadena, una sintaxis… Y, cuando escuchamos el mensaje de una manera rápida, esas regiones que están implicadas en el lenguaje, no funcionan de una manera adecuada.

Al no funcionar de una manera adecuada, para poder entender el mensaje de una manera correcta, lo que hace el cerebro es tirar de la corteza prefrontal.

Se necesita tirar de la corteza prefrontal para ayudar al cerebro a entender el mensaje de una manera adecuada, para entender mejor el contenido; bien sea por el contexto, o bien sea por otros elementos adicionales.

Esto es lo que hace que las personas puedan escuchar esos audios a esas velocidades aceleradas x2, x1.5,…

El secuestro de la corteza prefrontal

La corteza prefrontal es la región del lóbulo frontal del encéfalo, también conocida como el “centro de la personalidad”. Es la porción del encéfalo que se desarrolla por completo en último lugar, específicamente, al final de la adolescencia.

Es por ello, que el estudio que cité anteriormente hace hincapié en los riesgos para la memoria, principalmente en las etapas de desarrollo del cerebro.

La sobrecarga cognitiva

Cuando se produce el secuestro de la corteza prefrontal para este tipo de actividades, se produce lo que en neurociencia se denomina: sobrecarga cognitiva.

En un entorno de aprendizaje o de trabajo de alto estrés, una avalancha de nueva información puede llevar a casi un cierre de su capacidad de pensamiento. Este efecto se conoce como sobrecarga cognitiva. Puede producirse una sobrecarga cognitiva cuando demasiados estímulos exigen atención al mismo tiempo.

La culpabilidad de las plataformas: los mensajes muy cortos

Muchas plataformas como Instagram, Facebook (Meta), Twitter; introducen una cantidad ingente de información mediante mensajes muy cortos.

Nuestro cerebro se acostumbra a eso: a mensajes muy cortos.

Cuando el cerebro está delante de mucha información, al no estar acostumbrado a tanta información, se “desconecta”.

El cerebro ya no necesita información global, requiere información muy corta. Usa procesos para que esa información sea más corta: necesita del ‘speed watching’.

Somos nuestros propios enemigos para el cerebro

Lo que hacemos mediante la utilización del ‘speed watching’ es dificultar la adquisición de la información.

Dificultamos que los circuitos de la memoria funcionen bien.

Los circuitos de la memoria dependen del hipocampo.

El hipocampo es una estructura cerebral localizada en el lóbulo temporal del cerebro y está muy relacionada con los procesos de aprendizaje y memoria. El hipocampo presenta una actividad eléctrica de manera continua, relacionada de un modo u otro con las actividades que se estén haciendo en cada momento.

Si la adquisición de información no es la correcta, aunque el hipocampo esté trabajando con plena normalidad, no va a almacenar la información de una manera idónea.

Nota importante para mis alumnos

Según un estudio de la Universidad de California: el 85 % de los alumnos aceleran las clases que previamente tienen grabadas.

Únicamente el 15 % ven las clases a la velocidad normal (1 %).

Verán, insisto, si la adquisición de información no es la correcta; el hipocampo aunque esté trabajando con plena normalidad, no va a almacenar la información de una manera idónea.

Al estar en un contexto de aprendizaje no se van a poder “aprender” bien los conocimientos.

El ‘speed watching’ y la sociedad

La pérdida de la empatía

Esta nueva moda del ‘speed watching’ es un fiel reflejo de la sociedad.

Una sociedad carente de empatía, que en ciertos casos la podemos tildar de inhumana.

Cuando se escucha un mensaje a una velocidad superior a la usual, se pierde la empatía.

El tono que se usa, que puede ser de preocupación, de angustia, …

La persona se queda con lo que dice, no cómo lo dice. Aquí radica la pérdida de la subjetividad de la información.

El trasfondo de la prosodia: el estilo de vida

El trasfondo de la prosodia se refleja en el nuevo estilo de vida instaurado en la sociedad.

Un estilo de vida con una dinámica exacerbada; viviendo todo a un ritmo inusual, trepidante.

Todo demasiado rápido, todo sin profundidad, todo se evapora en el éter de un futuro que se intenta adelantar antes de tiempo.

Todo se adelanta, mientras el presente del ser egoico —el que no tiene tiempo para el otro— simplemente se escapa.

La ausencia de belleza

La belleza siempre va a la velocidad de la vida. La vida debe detenerse para poder ser experimentada en su totalidad.

Cuando la vida deja de detenerse, se fuga. En esa fuga, perdemos nuestro más valioso activo: el tiempo.

La necesidad de lo inmediato

Las personas copan la mayor parte de su tiempo pendientes del móvil, de sus parpadeantes notificaciones

Y, una vez que llega esa notificación: buscan esa información lo más rápido posible, visualizan el vídeo lo más rápido posible, o contestan lo más rápido posible.

En esa velocidad, en esa búsqueda de la respuesta inmediata se genera la frustración y la ansiedad. Porque muchas veces la persona en ese nimio espacio de tiempo no tiene la respuesta adecuada.

La ausencia de atención plena

Una de las más gratas experiencias que puede experimentar el ser humano en su vida es la atención plena.

Atención plena, o“Prosochê”: es llevar la atención hacia nosotros mismos y hacia las experiencias que vivimos momento a momento. Es estar completamente presente, consciente de en dónde estamos sin reaccionar excesivamente o abrumarnos por lo que está pasando a nuestro alrededor.

La sociedad actual dista mucho de poder enriquecerse de esa experiencia.

Al incrementar la velocidad de lo que vemos o escuchamos se pierde el mensaje en su completitud, porque omitimos en nuestro cerebro la totalidad de los matices.

La persona se va a acostumbrando a dejar las cosas a medias, su vida es una vida a medias.

Al suprimir el tiempo necesario para el análisis de la información, se suprime a su vez el espíritu crítico.

Las personas en su mayor parte no están entrenadas para ser capaces de mantener la atención durante una gran cantidad de tiempo en una única cosa.

La ausencia de relaciones reales

La persona que vive en una permanente activación es una persona henchida de dopamina.

Es una persona que necesita adelantar constantemente al reloj.

La persona necesita de la calma. La escucha calmada es vital para escuchar toda la información de una manera atenta.

Desde la atención se instaura la calma, pero al vivir acelerados esto nos afecta a nuestro humor, a nuestras emociones, y a nuestra forma de relacionarnos con los demás.

En esa falta de atención plena, el otro siente que no eres el eje de su mundo. El otro, al no ser el principal receptor de tu mirada, la termina por apartar.

Esta acción repetida en el tiempo concluye en la ausencia de relaciones reales, ya que las personas verdaderamente no se conocen.

Les propongo un experimento: sentar a dos personas frente a frente durante una hora, sin distracciones cibernéticas; al cabo de media hora se darán cuenta de que son dos profundos desconocidos.

El ‘speed watching’: los alumnos y la juventud contemporánea

Cuando hablo con mis alumnos, personas en la etapa más fértil de sus vidas, me sorprende cada día más que son incapaces de mantener la mirada.

Siempre miran hacia abajo como si sostuvieran el teléfono móvil entre sus manos.

Realmente están tan acostumbrados a tener sus dispositivos electrónicos entre las manos, que son incapaces de mantener la mirada.

En esa pérdida de contacto visual se pierde el contacto con la otra persona, se pierde el contexto de sentimiento y de información.

La juventud actual pierde la conexión con el otro, pierde el lenguaje no verbal.

Ergo, la juventud actual es una juventud de pérdidas.

El lenguaje verbal es muy importante; ya que no únicamente importa lo que estamos diciendo, también importa cómo lo estamos diciendo.

Al no escuchar el lenguaje no verbal, el mensaje que llega es un mensaje confuso.

Un mensaje confuso lleva siempre al error.

Los jóvenes, al no estar en el presente, al estar en un paso más allá, realmente dejan de vivir una realidad para avanzar hacia la incertidumbre de la nada.

Todas las emociones viven en el reloj del presente.

El ‘speed watching’: la permacrisis y la adultez contemporánea

Vivimos en un estado de permacrisis.

Permacrisis, es decir, una crisis permanente, una situación de alerta constante, de alta incertidumbre política. Tanto es así que las crisis se solapan, se confunden unas con otras.

Esto, no ocurre únicamente en España, también ocurre en todo Occidente.

Ocurre en todo Occidente, porque la permacrisis germina en entornos muy polarizados.

Los entornos polarizados son el caldo de cultivo ideal para generar crisis constantes.

El individuo necesita cada día consumir una mayor cantidad de información.

En ese nuevo hábito de consumo de la información no se distingue entre lo importante y lo urgente.

Solamente titulares, resúmenes cortos, una parodia, un meme, pero no se profundiza en nada.

Así, pues, podemos consumir cuatro crisis en un día. También un par de escándalos, y también varios desastres en menos de una hora.

Ergo, el individuo debe volver a la esencia de la vida, a lo importante. Se debe volver a entrenar al cerebro, para que sea un músculo digno de nuestra alma.

Esta es la modernidad tardía, todo es acelerado. Y, en esas prisas inventadas todos somos unos profundos desconocidos para el otro.

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