La ciencia de la felicidad

La felicidad nos importa, y mucho. Esto se puede constatar fundamentalmente desde la crisis económica del año 2008.

Evidentemente todos los seres humanos buscamos la felicidad. Queremos ser felices. No existe un manual de instrucciones que nos indique el camino correcto para encontrarla. Ciertamente, en “occidente” vivimos inmersos en una época de gran prosperidad como nunca antes se había visto en la historia. En mayor o menor medida las personas tienen cubiertas sus necesidades básicas; es por ello, que buscan encarecidamente otros estratos superiores dentro de la pirámide de valores: uno de ellos, es la felicidad.

A continuación les expondré el santo grial de la felicidad, también les desmitificaré la trillada frase: «salud, dinero y amor». Les daré un viaje histórico sobre el concepto filosófico de la felicidad. Finalmente, les demostraré como el dinero en demasía no les hará más felices.

Comencemos con nuestro «feliz» viaje.

La base de datos Medline

A principios de siglo, los artículos científicos sobre la felicidad no superaban en número a los 200.

¿Qué es la Medline?

MEDLINE o Medline es posiblemente la base de datos de bibliografía médica más amplia que existe, está proporcionada por la Biblioteca Nacional de Medicina de los Estados Unidos.

No obstante, si consultamos la base de datos MEDLINE e introducimos la palabra «happiness» a fecha de hoy, los publicados en lo que va de año ya superan los 1000. El año pasado, fue en su totalidad de 2232.

La “V” de la felicidad

Muchos «comunicadores» tras el fin de la pandemia han resaltado en diferentes medios que los jóvenes eran muy infelices. Incluso, demasiado infelices.

Veamos; existe lo que se conoce como “V” de la felicidad. Hay una etapa en nuestra vida que abarca de los 16 a los 24 años – la adolescencia y la edad adulta joven – en la que se poseen los mayores niveles de soledad «percibida», es por ello por lo que en ese rango de edad somos más infelices.

Esto ocurre, hasta llegar al extremo de la “V”. En este punto más bajo, nuevamente volvemos a recuperar la felicidad en torno a los 45 o 50 años. Científicamente, nos volvemos más felices con la edad.

La psicología «Mr. Wonderful»

Es una tendencia al «buen rollismo» que se ha instalado de una manera incontrolable en todos los estratos de la población.

Denominamos falsos positivos a las personas que parecen vivir exclusivamente en una realidad optimista: en ellos gobiernan las sonrisas y los buenos pensamientos.

Lo que se vende en esta sociedad cruelmente “inmediatizada” es esa falsa positividad. El anteriormente citado «buen rollismo» en todos los ámbitos nos ha llevado a «la dictadura del positivismo».

En el año 2016, Susan Davis, profesora de Psicología de Harvard publicó el estudio “Emotional Agility: Get Unstuck, Embrace Change, and Thrive in Work and Life” con un único objetivo: invitar a la gente a que saliera de la rutina del pensamiento positivo y se adentrase profundamente en las situaciones emocionales de su día a día para aprender de ellas.

Y, ese es el único objetivo de la vida: el aprendizaje.

Aprender principalmente de las cosas malas que nos ocurren es una manera de evolucionar, de conocernos mejor y mejorar como personas, sabiendo qué objetivos y sentido le buscamos realmente a nuestra vida.

La definición de felicidad: un viaje por la historia

Un pequeño viaje por la felicidad

La felicidad siempre ocupó una parte central de la filosofía. Tanto es así, que desde el concepto de felicidad han surgido diversas escuelas de pensamiento.

La filosofía griega

Los filósofos griegos tomaron diferentes posturas respecto al concepto de felicidad.

Aristóteles y el eudemonismo

Esta corriente filosófica afirmaba que ser feliz implicaba lograr la autorrealización. Desde este estado de autorrealización se alcanzan las metas propuestas, se logra así un estado de plenitud y armonía del alma.

Antístenes y el cinismo

Antístenes; el discípulo de Sócrates, de quien tomó la rígida sobriedad fundó la escuela cínica. Los cínicos afirmaban que todos en nuestro interior poseemos los elementos necesarios para ser felices y autónomos, pero para lograrlo necesitamos seguir una vida sencilla y acorde a la naturaleza.

Los estoicos

El objetivo de los estoicos no era otro que alcanzar la felicidad o la autorrealización, un concepto al que se referían como eudaimonia. A ella se llega a través de la razón, la virtud moral (o areté) y de la serenidad (o ataraxia).

Epicuro y el hedonismo

Para ellos, la felicidad signficaba experimentar placer, tanto a nivel físico como intelectual, siempre huyendo del sufrimiento. No obstante, también para los hedonistas la clave para ser feliz radicaba en evitar los excesos, simplemente porque estos terminan por provocar angustia. Epicuro como máximo representante, reseñaba que se debe cultivar el espíritu sobre los placeres de la carne y que es imprescindible hallar un punto de equilibrio.

En la filosofía más actual podemos destacar el racionalismo.

Spinoza y el racionalismo

El filósofo neerlandés de origen sefardí, pensó en la felicidad como la mera adaptación a la realidad. Para ser felices es necesario que nos despojemos de las cadenas que implican las pasiones y que lleguemos a comprender el mundo que nos rodea, sólo así dejaremos de sentir miedo y odio. Los racionalistas
afirmaban que la clave radica en conocer la realidad, este
conocimiento nos permite aceptar los sucesos y, por ende, ser más felices.

Friedrich Nietzsche

Nietzsche, postuló que el ser humano no ha sido concebido para ser feliz, sino que únicamente está destinado a sufrir.

La felicidad no depende exclusivamente de nosotros: la genética de la felicidad

Exactamente, sólo un 40% de nuestra felicidad depende de nosotros mismos.

Un estudio de 2005 liderado por Sonja Lyubomirsky, de la Universidad de California en Riverside, definió los porcentajes de la felicidad de la siguiente manera: un 50% corresponde a la genética, mientras que el entorno supone un 10% y el 40% restante está al albur de nuestras decisiones individuales.

Ese 40% es al que se aferran los «gurús», también los «psicólogos positivistas» al afirmar que somos poseedores de un potencial inmenso para cambiar nuestras vidas; eso sí, sin importar cuáles sean nuestras circunstancias.

Sea como fuere, el 50% depende de nuestra genética. Y, es por ello que Robert Waldinger parafraseando a uno de sus profesores dijo: «la felicidad es un accidente».

Robert Waldinger: el heredero del “Estudio sobre Desarrollo Adulto de Harvard”

Waldinger dirige el estudio que comenzó en el año 1938 en la Universidad de Harvard. Es el ensayo longitudinal más antiguo del mundo. En sus inicios los individuos del estudio fueron los estudiantes de la propia universidad, y también adolescentes de barrios desfavorecidos de la ciudad de Boston.

A lo largo de los años se realizaron minuciosas entrevistas, consecuentemente los miembros del equipo han visto crecer y envejecer a los participantes. Lo más curioso, es que algunos descendientes han recogido el testigo del estudio.

Este estudio nos da la clave de la felicidad.

¿Salud, dinero y amor?

Esta frase tan trillada no es la clave de la felicidad. Aunque, los tres factores de la frase son importantes, no son la llave para la felicidad. No obstante, posteriormente les desmitificaré: «el dinero da la felicidad».

La clave de la felicidad: las relaciones humanas

Tras estudiar miles y miles de vidas el estudio de Harvard, ha encontrado el santo grial de la felicidad: una red social activa.

Y, esa red social activa pertenece al 40% de los factores que podemos controlar en nuestras vidas.

En el estudio se apreció claramente que las personas que habían logrado establecer una red significativa y también positiva con sus familiares, amigos y también en el ámbito laboral: eran más felices.

Una de las cosas que he podido ir comprobando a lo largo de los años, es que en el ámbito laboral si conseguimos tener grupos de trabajo en los cuales los individuos sean amigos: son mucho más eficientes. El estudio también demuestra que: «los trabajadores son mejores cuando tienen amigos en el trabajo».

El santo grial de la felicidad: las relaciones meramente humanas

Los seres humanos tenemos la necesidad de relacionarnos. Estas relaciones son el fruto de una adaptación evolutiva.

Cuando un individuo vive en comunidad, dicha comunidad le ofrece una protección. Cuando un individuo vive en soledad, esta soledad es un «factor estresor».

Los factores estresores mantienen a nuestro organismo en una alerta permanente ante posibles amenazas.

La soledad será la pandemia silenciosa de un siglo en el que el individualismo terminará por fagocitar al individuo.

La soledad es un factor estresor. Y comos todos los fatores estresores es un factor de muerte prematura. En este caso comparable a la obesidad o al tabaquismo.

Se debe evitar por todos los medios que nos sea posible el estrés crónico, ya que el estrés crónico lo que hace es aumentar la inflamación en nuestro organismo. Al aumentar la inflamación en nuestro organismo se ve afectado el sistema cardiovascular, se dañan las articulaciones, incluso se provoca en determinados casos la diabetes.

La hipótesis es la siguiente: las buenas relaciones nos ayudan a regular el estrés, mientras que la soledad es un estresor.

Muchos de los problemas de la soledad actual provienen de un común trauma en la infancia: «cada generación crea en su imaginario una expectativa según la cual el mundo no es de fiar».

Pero, si recuerdan la «V» de la felicidad esta se vuelve ascendente en la época adulta – a partir de los 45 o 50 años -. A partir de esa edad se cambian las expectativas: se hacen nuevos amigos y se encuentran mejores parejas.

Pero, obviamente esta «V» puede quedar truncada debido a la salud: problemas físicos y dolor crónico. Es por ello que, se debe intentar evitar que esto ocurra: hay una infinidad de hábitos saludables, que diariamente y personalmente propongo para conseguirlo.

Una recomendación literaria esencial: «Una Buena Vida»

Si ustedes desean leer un catálogo de vidas fascinantes, les recomiendo leer el libro: “Una Buena Vida” publicado por la editorial [Planeta].

Dentro de este libro podrán comprobar el valor de la «V» de la felicidad. Verán como algunos individuos nacidos en familias desestructuradas, otros con padres abusivos o ausentes, otros forzados a trabajar desde temprana edad; en su madurez alcanzaron un grado muy alto de satisfacción con su vida y su comunidad.

Curiosamente, otros criados con todo tipo de lujos, coronados posteriormente con el «éxito» social y económico, se confesaron en sus últimos días arrepentidos, insatisfechos y cargados de rencor hacia sus familias.

Una buena lectura para la reflexión en un fin de semana.

Los introvertidos y las relaciones humanas

Muchos de ustedes serán personas introvertidas, y al oír que el santo grial de la felicidad reside en las relaciones humanas seguramente se habrán sentido defraudados.

Pero, no se preocupen. Dentro del libro que les expuse anteriormente se propuso un experimento.

Se planteó a un grupo de voluntarios profundamente introvertidos, y para los que era una pesadilla entablar una conversación con un extraño en un viaje en lugar de mirar el móvil.

Tras finalizar el experimento, en su mayoría quedaron profundamente sorprendidos.

Todos los individuos en mayor o menor medida tenemos perjuicios a la hora de entablar contacto, y a fecha de hoy no entendemos exactamente por qué ocurre esto.

Aunque, lo más probable es que ese perjuicio se debe a que las relaciones son difíciles de predecir. A la hora de hablar con un extraño hay una posibilidad de sorpresa, pero también existe una posibilidad de peligro. En cuanto superamos ese perjuicio, somos más felices.

Los casados son los más felices

Basándonos en el estudio de la Universidad de Castilla-La Mancha: los adultos casados son las personas más felices, y con diferencia. Los viudos son algo más felices que los divorciados. Finalmente, los solteros son los más infelices de todos.

La felicidad es mayor en los pueblos

Volviendo al estudio anterior, las personas que viven en municipios de menos de 5000 habitantes son mucho más felices que los habitantes de las grandes urbes. Eso sí, debo puntualizar que los pueblos deben estar entre los 1000 y 5000 habitantes.

¿El dinero da la felicidad?

Dentro de los numerosos estudios sobre la felicidad nos podemos encontrar en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences un estudio de los investigadores estadounidenses Matthew A. Killingsworth, Daniel Kahneman y Barbara Mellers. En este estudio “redescubrieron” que el dinero sí hace que consigas la felicidad, pero hay un límite.

Los resultados de este estudio reafrman la correlación entre el dinero y la felicidad. Establecen un límite de ingresos por hogar a partir del cual se estanca: los 100.000 dólares anuales.

No obstante, se descubrió que la felicidad aumentaba de forma constante con los ingresos por encima de los 75.000 dólares.

Sobre la felicidad: el conocimiento como necesidad humana

El conocimiento nos abre constantemente puertas a otras perspectivas, y ventanas a otros mundos. Si bien es cierto que el conocimiento se obtiene mediante el estudio, y para adquirir ese hábito necesitamos prescindir de la inmediatez.

Las personas que quieren mejorar, o queremos mejorar en la medida nuestras posibilidades el mundo que nos circunda, necesitamos invertir una ingente cantidad de tiempo en el conocimiento.

Muchos de mis alumnos me preguntan todavía, y actualmente: ¿por qué dedicas tantas horas al estudio?

No es simplemente por el placer insondable del conocimiento.

El conocimiento
es un descubrimiento constante.

Cuando descubres constantemente
nunca dejas de maravillarte,
y
en esas nimias maravillas
reside la felicidad.

No obstante, cuando una persona se plantea el estudio como una obligación, o como la búsqueda de una salida profesional: hará del estudio una frustración, o en su defecto será una vía de escape a un futuro siempre incierto.

Verán la importancia del estudio, les pondré un ejemplo.

El mes pasado saltaron todas las alarmas con estos titulares.

Los grandes directivos, CEO,… de estas grandes compañías viven aislados en una burbuja tecnológica y meramente virtual. Nuestro trabajo reside siempre en intentar mezclar nuestros conocimientos como en una coctelera, para así generar ideas novedosas y singulares.

Si estos directivos hubieran destinado un tiempo nimio al estudio, se hubieran topado con el estudio del que hablamos anteriormente. Ya que no es un estudio básico, es el estudio más longevo y relevante de la ciencia del comportamiento.

Es más, el propio Waldinger en una charla TEDx en el año 2015 entre otras cosas dijo que si te invitan a trabajar en equipo, es más fácil entablar relaciones positivas con tus compañeros. Pero si tu trabajo consiste en parte en estar solo todo el tiempo o en competir con los demás, la cosa cambia. Waldinge se muestra contrario a la creencia que dice que trabajar con otras personas disminuye la productividad. Para él sucede totalmente lo contrario. Los investigadores también vieron que quienes sentían que su trabajo tenía un significado y que estaban haciendo algo bueno para los demás, estaban más felices y satisfechos.

Les dejo la fantástica charla TEDx.

Miscelánea

Es muy posible que usted sea introvertido, o que viva en una gran urbe, o incluso que su economía no sea excesivamente abundante.

Pero, les voy a destacar algunos detalles que les proporcionarán felicidad.

Lo primero que deben hacer es detenerse, silenciar el ruido que les acecha, para así poder entender la vida.

Para poder entender la vida debes recordar que es cruelmente fugaz, y basándome en los estoicos les traigo el concepto «memento mori», «recuerda que morirás». A partir de esa premisa se pueden confeccionar su propia pirámide de propiedades.

Si ustedes quieren ser poseedores de una felicidad plena, les va a requerir vivir una vida plena. Para vivir una vida plena, les insto a que sigan las enseñanzas de la filosofía estoica.
Cuando se vive en la inmediatez se deja de prestar atención a lo realmente importante. Y, ¿cuál es lo realmente importante? Nuestras emociones y pensamientos.

Debemos prestar atención plena a ellos, lo que los estoicos denominaron «prosoche». Ser en todo momento consciente de las emociones y de los pensamientos. Así será usted quien gestione esos pensamientos y esas emociones y no al revés.

En esa gestión de las emociones surge el acercamiento a la vida. Toda la belleza oculta que pueden llegar a engendrar nuestras acciones diarias: la educación, la amabilidad, la empatía, etc.

Al habernos acercado a la vida, no es necesario el futuro. Es mucho más necesario el presente, la necesidad de vivir en presente, les hará explorar lo positivo de las acciones cotidianas.

En esa vida vivida desde el presente, y al prestar atención a las emociones: les hará ver en perspectiva, verse desde fuera.

Esta visión externa les conducirá a una mejora automática y diaria.

En esa mejora diaria se toparán con la profunda responsabilidad interior de mejorar la sociedad, y de mejorar su círculo de influencia.

Mejorar ese círculo de influencia les brindará una felicidad difícilmente explicable, ya que es un intangible que pertenece en exclusividad al alma.

Presten atención plena en una conversación, como si el mundo fueran palabras, y gestos. En esa atención reside la complicidad.

«Que no te espante la pobreza; nadie vive tan pobre como cuando nació». Séneca

El dinero es importante para cubrir las necesidades básicas de una persona. Pero, tanto la pobreza como la riqueza son actitudes.

En un mundo ferozmente materialista se confunde gravemente el dinero como parte de la identidad del individuo.

Realmente el dinero es cuanto a la condición humana es un neutral, un indiferente.

Cuando dialoguen en su día a día con sus emociones llegarán a entender que pasaron demasiado tiempo deseando lo que no tenían, y demasiado poco agradeciendo lo que sí poseían.

“La felicidad
es agradecer
que cada día
es la inmortalidad del presente”.

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Mr. D BOOKS.

La Intelegencia Artificial y su singularidad

Pocas cosas son tan fértiles como nuestras emociones. Nuestras emociones nos ayudan a tomar buenas o malas decisiones, pero son singulares e inherentes a cada ser humano.

Últimamente se está hablando mucho de una nueva tecnología, que aunque aún está en pañales, está copando todos los titulares de todos los medios de comunicación mundiales: la Inteligencia Artificial.

Industria 4.0

La Revolución Industrial o Primera Revolución Industrial se inició en la segunda mitad del siglo XVIII en Gran Bretaña, durante esta primera fase de la revolución se hizo un tránsito de la economía rural a la economía urbana; se hizo un tránsito paulatino de la agricultura hacia la industrialización y mecanización.

Para los habitantes de aquella época, cada uno de los avances fue un hito. Para unos se abrió un mundo de oportunidades, y para otros su mundo se cerró para no volver.

Cuando miramos con los ojos del presente al pasado: con el presentismo de la incultura, todo nos parece ominoso.

La candidez de esta época del bienestar aísla al individuo de la realidad, tanto es así, que sin apenas darnos cuenta estamos inmersos en la Cuarta Revolución Industrial, Revolución industrial Etapa Cuatro, o Industria 4.0.

Esta etapa cuatro fue denominada así por Klaus Schwab, que no es otro que el fundador del Foro Económico Mundial o Foro de Davos; del que lleva siendo presidente desde el año 1971.

Dentro de esta etapa cuatro, todo en un futuro inminente estará casi automatizado. Se hablará de intercambio de datos, de sistemas ciberfísicos (integración de ordenadores y redes con un proceso físico), el Internet de las cosas (proceso que permite conectar los elementos físicos cotidianos al Internet: desde los objetos domésticos comunes, como las bombillas de luz, hasta los recursos para la atención de la salud, como los dispositivos médicos; las prendas y los accesorios personales inteligentes; etc.), y la computación en la nube.

Se creará lo que se conoce como «fábricas inteligentes», un entorno de producción en el que las máquinas, las instalaciones de fabricación y los sistemas logísticos se comunicarán entre sí y organizarán el proceso de fabricación de forma prácticamente autónoma. Los humanos apenas tendrán que intervenir, simplemente se limitarán a supervisar los procesos.

Vemos que mientras las etapas anteriores de la Revolución industrial eran colaborativas en cierto modo con el ser humano, en esta etapa, que parece ser la final: el ser humano sobra.

Por si fuera poco llega la Inteligencia Artificial (IA), y ésta amenaza con acabar con el mundo tal y como le conocemos.

Pero, tranquilícense, no será así.

La solución está en la Antigüedad

Los árboles no dejan ver el bosque. Hemos confeccionado un mundo henchido de ausencia de valores, la soledad ha pasado a ser la compañía más frecuentada; este paisaje unipersonal nos aboca a la ausencia de vida.

Cuanto más “digitalicemos” nuestro entorno, nuestra naturaleza estará más condenada al olvido; y en ese olvido, dejaremos de ensanchar horizontes.

Una de nuestras mayores virtudes frente a cualquier otro ser, es la imaginación. La imaginación es capaz de crear ciudades, países, mundos, y hasta universos. Esta imaginación es un presente, que se entrena desde nuestra más tierna infancia. Es tan poderosa como un músculo, y que cuando se deja de entrenar pierde toda su fuerza. Cuando los mundos los creen las máquinas, dejaremos de ser dueños de nuestra imaginación, y por ende de nuestra capacidad de reinventarnos.

Para poder entender el mundo, primero debemos entendernos a nosotros mismos. Debemos construir un futuro, pero aprendiendo de los aciertos y errores de la Antigüedad.

Filón de Alejandría: el gimnasta de la mente

En la Antigüedad alrededor del año 20 a. C. en Alejandría nació el filósofo judío helenístico Filón de Alejandría o «Filón el judío». Entendió que no sólo había que entrenar el cuerpo, también había que entrenar el espíritu. Creó así unos ejercicios espirituales, —por medio de prácticas adecuadas — se logra un perfeccionamiento del alma (nuestro modo de ser, ver y estar en el mundo).

Estos ejercicios espirituales eran un concepto más amplio que únicamente ejercicios «intelectuales» puesto que estaban implicadas otras facultades —como la imaginación y el sentimiento— para así llegar a captar íntegramente el modo de ser humano.

La finalidad de estos ejercicios espirituales era convertir el alma hacia la virtud y la sabiduría.

Prosoche, la atención a uno mismo

Dentro de los estudios de Filón aparece el término “prosoche”. Este término está muy de moda entre los gurús del mindfulness, muchos de ellos con una falta absoluta de cultura se lo atribuyen a los estoicos.

Filón definió este término “prosoche” como la atención a uno mismo.

Una vigilancia continua sobre nuestros pensamientos, concentrándonos en lo que estamos sintiendo, pensando o haciendo en el momento presente, manteniéndonos separados del pasado y del futuro.

En la sociedad actual, al vivir en piloto automático reaccionamos sin darnos cuenta, hemos dejado de ser conscientes de nuestros pensamientos y emociones.

“Te conviertes en eso a lo que le prestas atención”. Epicteto

El caldo de cultivo perfecto para una inteligencia artificial.

Todo es artificial cuando se deja de sentir.

“No está en sitio alguno quien está en cualquier parte”. Séneca

Las nuevas formas de comunicación aíslan al individuo

Las nuevas formas de comunicarnos al no ser fieles a los sentidos, los sentidos dejan de prestar atención.

Hemos ido omitiendo diferentes tipos de contacto: el visual tangible, el olfato en una charla, saborear un beso, o sentir una caricia.

Con las nuevas formas de comunicación, y tras un confinamiento demasiado largo; hemos abandonado al órgano más grande del cuerpo humano: la piel.

Todos los estudios científicos corroboran que el contacto afectivo a través del tacto y las caricias nos hace más fuertes y mejores. Esto no se aplica únicamente a los bebés, aunque sí a ellos preferencialmente.

“El amor es para el niño lo que el sol para las flores; no le basta el pan: necesita caricias para ser bueno y fuerte”. Concepción Arenal

Un aislamiento de la realidad

Cuando el ser humano se aísla en su ego, es incapaz de ver la realidad.

El desafío de la Inteligencia Artificial debemos aceptarlo como un reto más.

El mundo no es un rincón furibundo donde las personas respiran, el mundo es un colectivo de vida donde lo inerte está condenado al ostracismo.

La realidad siempre es una visión colectiva.

La supervivencia de cualquier especie, de cualquier idea se debe al colectivo.

Un “yo” desmedido, y un culto a la nada es un síntoma del agotamiento del sistema mundial.

Un colectivo capaz de inventar un nuevo mundo

La capacidad de crear un nuevo mundo corresponde a las nuevas generaciones, ya que son ellas las que deben tomar el testigo de una progresiva mejora de la sociedad, del colectivo.

La Inteligencia Artificial al ser utilizada en los centros de enseñanza como parte de la educación, abocará a una nueva generación a la carencia de imaginación.

La imaginación resuelve todos los problemas, hasta con ideas taimadas que pueden esquivar todo tipo de obstáculos.

Como señalé anteriormente, la solución está en la Antigüedad.

Una inmersión en el pensamiento pretérito, bucear en los pensadores clásicos nos hará reflotar en este pozo digital.

La cultura como fuente de poder

Una de las armas más poderosas del ser humano es la cultura. La cultura se forja con la curiosidad constante. Cuando una sociedad es culta, es una sociedad librepensadora.

Pero, cuando la sociedad carece de cultura es manipulable, tanto es así que es dirigida por intereses individualistas y no colectivistas.

La cultura nos hace plantearnos ser nuestros propios líderes. Enclaustrar a la juventud en polos desde su bisoña cultura, les hará ser parte de un rebaño demasiado individualista.

La lectura se debe promover desde escuelas, familias; incluso desde las redes de comunicación. Una buena lectura comprensiva hace al individuo prestar atención a los detalles de otras miradas.

Contemplar el mundo a través de otros ojos, nos hace ver otras realidades.

Unas realidades llenas de aristas que están impresas en ideas de tinta.

El abandono de las pantallas para volver al papel debe ser una actividad diaria en cualquier centro de formación.

Numerosos estudios han comprobado que los textos leídos en papel se fijan mejor en la memoria que los leídos de una pantalla digital. Además, los textos en papel también contribuyen con la comprensión y la concentración de los lectores.

Recuerden: prosoque, o atención plena.

No olviden el magnífico espacio que es una biblioteca. Un lugar mágico que posee más luz que todos los ojos que visualizan cualquier fotografía reluciente de una red social.

La desinformación y la cultura

El poder siempre busca una población menos formada, para así poder dominar a sus habitantes sin la menor oposición. Pero, si conseguimos una generación con un gran espíritu crítico, dicha generación será difícilmente manipulable.

A raíz de ese espíritu crítico, el individuo sabrá qué fuentes de información tomar, y con su extensa cultura nunca será manipulado. Pero, este espíritu crítico requiere de un sacrificio adolescente.

Ergo, debemos premiar la cultura del esfuerzo. La cultura del talento. Buscar las individualidades en las que destaque cada ser humano, para así enriquecer al colectivo.

Nunca se debe premiar a la vulgaridad. Cuando lo vulgar es lo cotidiano, la sociedad es un presente estático.

Alejarse del presente para ver el futuro

Todo es estático, porque todo es inmediato. Para sumergirse en el conocimiento se necesita tiempo. Invertir en tiempos que en este presente se malgastan en pasiones innecesarias. Unas pasiones virtuales y dominadas por otros.

Es por ello, que debemos alejarnos del presente para así poder ver el futuro. Para así poder ver con nitidez el camino sinuoso de la vida.

Cuando vemos un horizonte propio, nos reencontramos con la vida. Volvemos a ser dueños del tiempo.

El oficio de vivir

Vivir es un oficio; y como todo oficio, requiere de observación constante y aprendizaje.

Enfocarse en las emociones, y experimentar en cada amanecer con ensayos y errores es netamente necesario.

Únicamente mediante el método “ensayo-error” podremos reinventarnos a lo largo de nuestra vida.

Al enfocarnos en las emociones veremos la vida como un puzle henchido de posibilidades, y así volveremos a ser dueños de nuestra imaginación.

Un futuro henchido de posibilidades

A lo largo de la historia, todos los avances siempre han podido utilizarse como algo positivo para el colectivo.

Utilizar los avances para construir está al alcance de nuestras manos.

Debemos recordar que hay una infinidad de realidades que nos brinda la Inteligencia Artificial. Los humanos tendremos que adaptarnos a una nueva realidad, pero como siempre nos hemos ido adaptando a lo largo de nuestra provecta historia.

Algunos expertos en Inteligencia Artificial, afirman que esta inteligencia es hija de nuestra inteligencia, por tanto, de alguna manera, también es humana. Nada más alejado de la realidad. Simplemente, porque le falta lo más importante del ser humano, y que siempre escapará a todo lo mesurable: el alma.

La singularidad de la Inteligencia Artificial

El grave problema al que probablemente nos enfrentaremos con la Inteligencia Artificial será la singularidad.

Se conoce como singularidad, el instante en el que la Inteligencia Artificial tome conciencia de sí misma, es decir, adquiera personalidad y voluntad propia.

Si esto sucediera, se convivirá con dos inteligencias en este diminuto planeta azul.

Pasarán décadas, siglos, milenios, un tiempo indeterminado… y, pasado ese tiempo: la especie humana se impondrá.

En nuestra genética que sobrepasa los milenios, hiberna una inteligencia más poderosa que cualquier alma de silicio.

“Contempla
cada instante
para que el tiempo
no se condene al olvido,
y
en esa contemplación;
mientras
tu mirada se reinventa
desenmarañando
la belleza alambicada del presente:
te reencuentras …
con la vida”.

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