FOMO Y JOMO

Estos dos términos con los que he titulado el artículo son de nueva creación, y debidos a esta burbuja digital en la que todos en mayor o menor medida estamos inmersos les serán de gran utilidad y ayuda.

Sendos términos son antagonistas, y proceden del idioma inglés.

A continuación, les explicaré su significado para así posteriormente profundizar en varios de los problemas que está teniendo actualmente la sociedad que nos ha tocado vivir.

El término «FOMO»

Si ustedes buscan el término en la Real Academia Española (RAE), no se contempla. No obstante, sí está registrado en el diccionario de referencia de la lengua inglesa «Oxford Dictionary» desde el año 2013. El término corresponde a las siglas de «Fear of Missing Out», que equivale a decir «miedo a perderse algo».

El diccionario inglés define al FOMO como: «Ansiedad de que un evento emocionante o interesante pueda estar sucediendo ahora en cualquier otro lugar, a menudo provocada por publicaciones vistas en las redes sociales».

Si ustedes buscan los orígenes del término, el vocablo es atribuido al blogger, emprendedor y tecnólogo estadounidense Anil Dash. Datado en julio de 2012, y dado fama internacional por la oradora y escritora Christina Crook quien en 2013 expuso la teoría JOMO, para un año después publicar el libro «The Joy of Missing Out: Finding Balance in a Wired World» (la alegría de perderse: encontrar el equilibrio de un mundo conectado).

Pues, nuevamente tengo que puntualizar a los dos señores anteriormente citados, y especialmente a la «Marie Kondo del digital»; ya que el término fue acuñado por el Dr. Dan Herman a finales de la década de los 90.

Desde la década de los 90, Herman lo ha estudiado como un fenómeno sociocultural y característico de la personalidad, considerándolo así extremadamente significativo en el desarrollo de la psicología del consumidor.

El FOMO no es nuevo

Realmente nada es nuevo, ni siquiera novedoso basta con ir a cualquier tiempo pretérito y todo se reproduce parcial o totalmente de la misma manera: desde las pandemias, pasando por la política, y terminando en los movimientos sociales. Tanto es así, que si ustedes ahondan en tiempos pretéritos, podrán encontrar constantemente patrones con su tiempo presente.

“No existe el presente, y esto que llamamos presente no es sino la unión del futuro con el pasado”. «Ensayos» (1580), Michel de Montaigne.

El miedo a perderse algo siempre ha existido, recuerden su infancia y juventud cuando eran castigados sin salir un fin de semana: ese tiempo sin compartir experiencias con sus amigos, realmente nunca se recuperaba y se generaba provisionalmente un «aislamiento social».

El FOMO en la actualidad

De ese aislamiento social provisional de hace décadas al que existe en la actualidad, no tiene parangón. Y, esto es debido evidentemente en lo que están pensando: a las redes sociales.

A fecha de hoy, en España a nueve de cada diez españoles les resulta imposible el hecho de permanecer un día entero sin hacer uso del teléfono móvil. Si viajamos al continente americano, nos encontramos que un norteamericano promedio pasa al día más de dos horas y media inmerso en las redes sociales; esto implicaría que durante su vida entera va a «gastar» cinco años y medio consumiendo redes sociales.

Esta necesidad compulsiva y adquirida de estar siempre conectados la pueden apreciar diariamente en cualquier lugar, desde la barra de un bar donde pueden comprobar como las personas no quitan ojo a su móvil, incluso en un restaurante, o en una comida familiar – perdiendo así gran parte de la educación propia, y la deferencia a su vez para con sus congéneres -.

Un reciente estudio indica que el 56% de usuarios de las redes sociales son sensibles a padecer este trastorno de ansiedad.

Momentos digitales perdidos

En otro tiempo se podían perder momentos puntuales, ya que no estábamos en una conexión constante con nuestro círculo de amigos. Ahora el miedo a la exclusión, también es constante.

Aristóteles partía de que el ser humano es un ser político es decir sociable por naturaleza, que necesita a la sociedad y la cultura que esta aporta para realizarse de acuerdo con las capacidades que le son propias.

Es más que innegable que el ser humano está programado para ser gregario, para formar parte de un grupo o colectivo. El avance de la sociedad, nos aboca a sustituir a las amistades físicas por las amistades de las redes sociales con todo lo que ello conlleva.

Para un ser formado en su plenitud, no supondría problema alguno esta innovación; pero, sí lo es para los seres humanos no formados plenamente (me reservo el porcentaje que estimo).

No es cuestión de edades, el FOMO es cuestión de nuestra formación como individuos.

El verdadero problema del FOMO

El miedo a perderse algo en realidad no es un problema, el problema es la modificación de la realidad que ocurre en las redes sociales. Se modifica excelsamente la realidad con el fin de hacerla más atractiva. Un maquillaje de vidas imperfectas, buscando una imagen lineal de vidas perfectas.

Para una persona formada interiormente no supondría ningún problema, ya que tiene delimitadas las fronteras de la realidad. Pero, esta saturación de perfección para una inmensa mayoría desencadena en: estrés, ansiedad e inseguridades, hasta el punto de perder el control del presente.

El problema de la exclusión

El hecho de querer ser aceptado no es novedoso, tampoco lo es que nadie quiere ser excluido. Los seres humanos hemos ido evolucionando hasta funcionar como sociedad, y es por ello que queremos ser reconocidos por diferentes grupos sociales: familia, amigos, etc. Incluso la mayor parte llega a etiquetarse: obteniendo así su identidad social.

La identidad social actual

El principal desarrollador de la Teoría de la Identidad Social, fue el psicólogo británico de origen polaco Henri Tajfel.

Tajfel propuso que parte del “autoconcepto” de un individuo estaría conformado por su identidad social, esto es, «el conocimiento que posee un individuo de que pertenece a determinados grupos sociales junto a la significación emocional y de valor que tiene para él/ella dicha pertenencia».

Esta identidad social ahora se está conformando desde un punto de vista virtual. Se crea desde la óptica de las redes sociales (Facebook, Twitter, Instagram, TikTok, etc), formando así una realidad paralela en las nuevas generaciones.

Se crea así un distorsión cognitiva. Si unimos esto a la baja autoestima típica de la adolescencia se llegará a una sociedad despersonalizada e incomunicada.

La solución para prevenir estas patologías en adolescentes es únicamente la educación.

Recuerden que las redes sociales son una agente socializador. Y, todo agente socializador transmite valores.

Evidentemente, los valores son la piedra angular del ser humano.

«Los valores del mundo que habitamos y la gente de la que nos rodeamos ejercen un profundo efecto sobre quiénes somos».
Malcolm Gladwell

El FOMO y la soledad

Hace mucho tiempo que llevo describiendo a la soledad como la enfermedad de este siglo. Algunos autores hablan de la depresión; pero en mi opinión el desencadenante de la misma, y otros problemas psicológicos como por ejemplo el FOMO: es la soledad.

Las personas que sufren soledad necesitan aumentar su vida social, y lo tienen muy «a mano»: las redes sociales.

En ellos se generará una rápida adicción, pero no pueden considerar a las personas con soledad perpetua como un estereotipo; si ahondan realmente en su entorno verán la soledad que existe en su círculo próximo, a su vez, podrán comprobar la desconexión en la era de la conectividad.

El FOMO y la estima

El nuevo escaparate de nuestra vida social son las redes sociales, con el problema añadido de que en ellas se muestran vidas de ensueño por parte de muchos de sus usuarios.

Si bien, independientemente de la edad de las personas, muchas perciben que otros están teniendo unas mejores experiencias que ellos.

Al estar conectados casi todas las horas del día, esto nos llevará a estar expectantes de ese escaparate virtual: comparándonos así constantemente.

Y, aquí es cuando entra en juego la autoestima. Si buscamos el término en la Real Academia Española (RAE) nos encontramos con la siguiente definición: “Aprecio o consideración que uno tiene de sí mismo”.

La autoestima abarca todos los aspectos de la vida, desde el físico hasta el interior; y, realmente consiste en una valoración que hacemos de nosotros mismos. Esta no siempre se ajusta a la realidad. Esa valoración se conforma a lo largo de toda la vida y bajo la influencia del resto de individuos.

La autoestima se va construyendo, tanto es así que antes de los 6 años los niños suelen tener una autoestima muy positiva y elevada; posteriormente, es cuando se establece una comparación social y las valoraciones que hacen de sí mismos son más objetivas y realistas. En el resto de las etapas de la vida, la autoestima se va consolidando.

Las consecuencias de una muy baja autoestima son: diferentes trastornos como episodios de depresión o ansiedad, trastornos de la personalidad, trastornos de la conducta alimentaria, adicciones o conductas suicidas.

Antes de llegar a ese punto, insto a todos mis lectores a generar una «buena y sana autoestima”, para ello deben centrarse en tres puntos.

1.- La aceptación de uno mismo (deben incluir en ella sus puntos fuertes y sus puntos débiles).
2.- Un trato cordial con ustedes mismos (haciendo especial hincapié en ser autocompasivos).
3.- Cuiden su salud física (incluyan al deporte en su dieta diaria).

«Lo bueno del deporte es que siempre hay una meta. Cada día hay algo que mejorar… y es algo que no tiene fin». Johan Cruyff

Pero, ¿realmente padeces FOMO?

Para ello deben responder a esta serie de preguntas.

1.- ¿Estás nervioso cuando no sabes que están haciendo tus amigos?
2.- ¿Las experiencias de los demás son mejores que las tuyas siempre?
3.- ¿Crees que el tiempo que pasas en las redes sociales es excesivo?
4.- ¿Aunque estés de vacaciones quieres seguir sabiendo y controlando lo que hacen el resto de tus amigos?
5.- ¿Te molesta que tus amigos hablen de un acto social o evento al que no pudiste acudir?

Si sus respuestas son afirmativas les propongo pasarse al JOMO.

La solución al FOMO es el JOMO

Tras la irrupción del FOMO paulatinamente y cruelmente en la sociedad, nació su antagonista: el JOMO.

El término JOMO (Joy Of Missing Out) significa «el placer de perderse cosas”.

En definitiva, consiste en decir «no», a aquellos planes que no te apetezcan y decir «si» a los que realmente «si» quieres hacer.

Podríamos definirlo como un «détox emocional»: una mirada hacia dentro, en vez de ser siempre una mirada hacia fuera. A nivel psicológico es un soplo de aire fresco.

Las bondades del JOMO

Dejar a un lado las apariencias.

«Todos ven lo que tú aparentas; pocos advierten lo que eres».
Nicolás Maquiavelo

Tanto en tu vida ordinaria como en la extraordinaria (vacaciones), simplemente disfruten el momento: carpe diem (aprovecha el día).

«El ahora es todo lo que hay, y el futuro es simplemente otro momento presente para ser vivido cuando llegue». Wayne Dyer

Intente paulatinamente no ser influenciado por los demás, para ello potencie su espíritu crítico.

«No hay influencia buena; toda influencia es inmoral, inmoral desde el punto de vista científico. Influir sobre una persona es transmitirle nuestra propia». Oscar Wilde

Y, finalmente lo más importante de todo: evite constantemente las comparaciones. Recuerden que como seres humanos, somos únicos: no trate de romper la beldad de la unicidad.

«El tiempo es una gota de agua en el mar y una gota no se puede comparar con otra para ver cuál es mayor». Elif Shafak

El JOMO y la Asociación Americana del Corazón

La Asociación Americana del Corazón insta a todas las personas, y recalca las bondades de pasarse al JOMO, entre sus beneficios cita:

  • Vivir el momento
  • Una mejor versión de nosotros mismos.
  • Conexiones más profundas

Y el más importante de todos…

  • El aburrimiento.

El aburrimiento y la sociedad moderna

Al estar conectados la mayor parte del día, una persona al desconectarse siente de repente un vacío pleno (algo que pasaba cuando éramos niños; y el tiempo en los períodos estivales pasaba lento, tan lento que parecía detenerse). Entonces, surgía el aburrimiento; y en ese mágico aburrimiento nuestro cerebro toma el mando, se comienza a exprimir hasta finalmente sorprendernos.

Es de vital importancia que todas las personas se aburran a cualquier edad, es propio de nuestro ser. La oportunidad que nos brinda nuestro cerebro de la creación. No obstante, la época en la que más nos debemos aburrir es nuestra infancia, en ella el aburrimiento da lugar a la creatividad, la innovación, y todo ello creerá lo más necesario en la etapa de formación del individuo que debe acompañarla siempre: la fantasía.

«Aquellos que no tienen fantasía no pueden entender, es muy complejo, que acorte la distancia, cada día, recibir una rosa desde lejos». Alberto Cortez

Miscelánea
Cualquier acto o acción extrema no siempre conduce a la meta propuesta. En una sociedad tecnologizada tampoco es bueno aislarse, ni crear más etiquetas dentro de la inmensidad de ellas en la que nos movemos. Simplemente, piensen que su tiempo es único e irreversible, y todo en su justa medida es óptimo.

El problema es saber donde está el límite, insto a mis lectores a que profundicen más en sus tiempos pretéritos y hagan una analogía con el actual.

En esa balanza tendrá la solución a la hora de optar por el FOMO, o el JOMO.

«El presente
se basa en una realidad,
que únicamente
nosotros somos capaces de entender» . David EPC

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