La inteligencia y la sabiduría

Siempre se buscan grandes ideas, ideas que nos hagan estar satisfechos con nuestro intelecto. En definitiva, ideas que nos hagan transcendernos en el día a día.

Para poder transcendernos en el día a día no se necesita de la inteligencia, se necesita de la sabiduría.

El viaje a la sabiduría

No existen sabios, ya que todos debemos ser aprendices de sabios.

Al emprender el viaje a la sabiduría, nos iremos transformando en maestros.

Un maestro es una persona por concluir, es un eterno aprendiz.

La inteligencia estancada

Cuando era más joven me apoyaba constantemente en la inteligencia.

Todo lo basaba en la materialidad de la inteligencia, creía que lo sabía todo. Y curiosamente, no tenía nada más que aprender.

Estaba estancado en la rigidez del razonamiento, que es la pura inteligencia.

La rigidez es inerme, te ancla a la unicidad. Todo ello es el caldo de cultivo de la soberbia.

Los primeros pasos a la sabiduría

Los primeros pasos te llevan a romper las férreas cadenas de la inteligencia, te elevan a un estado de libertad.

Desde esa libertad te desanudas de las ideas preconcebidas, y desde esa libertad comienzan a desaparecer las ideas limitantes.

“El conocimiento es algo fácil; la sabiduría es difícil. Para saber, has de atravesar muchos fuegos”. Osho

La inteligencia pura es inmóvil

La inteligencia pura es un lastre que hace que el verdadero conocimiento no tenga recorrido.

En esa falta de recorrido, no pueden transitar las ideas innovadoras.

La falta de evolución
es
la falta de innovación.

El péndulo de la sabiduría

La sabiduría te hace fluir en un caudal de vida.

Desde la sabiduría todo está en una constante oscilación, como en un péndulo.

Un péndulo que oscila en tres estados principales: recibir, aprender y dar.

El péndulo de la sabiduría es el péndulo de los tres estados principales.

Nada es inerme, todo posee vida. Las ideas se crean de una manera azarosa, como en una sincronía atemporal.

El ser únicamente inteligente

El ser únicamente inteligente, al no ser poseedor de humildad, nunca va a poder incorporar a su conocimiento la sabiduría.

El ser únicamente inteligente, vive bajo el yugo de una realidad material y objetiva —ya que es incapaz de mirar desde los ojos del observador—.

Desde esa realidad material y objetiva, el ser: divide, juzga, discrimina y ofende.

La inteligencia al servicio de la sabiduría

Las grandes ideas surgen cuando ponemos la inteligencia al servicio de la sabiduría.

En ese momento comprendemos que todo está fragmentado, que la realidad son fragmentos que debemos de entender para posteriormente unir.

En esos fragmentos se comprende la humildad, que es la virtud que nos aboca al conocimiento.

Todo es para bien: la plenitud

Desde un estado de plenitud, las ideas brotan constante y azarosamente.

Al estado de plenitud se llega cuando se entiende que todo lo que sucede es para bien.

«HaKol Letováh»
«Todo es para bien». Akiva ben Iosef

Ergo, cuando todo es para bien no se necesita controlar todo.

Se crea así un estado interior de paz.

El entender que sólo podemos controlar lo que depende de nosotros, nos hace amarrarnos a nuestra verdadera esencia.

«Tú tienes poder sobre tu mente, no sobre los acontecimientos. Date cuenta de esto y encontrarás la fuerza”. Marco Aurelio

La sabiduría es una mera intersección de vida

El fluir de las ideas: la creatividad constante

Un sabio organiza, planea, coordina, estructura, y finalmente ejecuta. El resultado no depende de él. Da igual el resultado, porque el resultado siempre va a ser para bien.

Esta es la clave de nuestra evolución.

Evolucionamos porque fluimos, y sólo se puede fluir desde la sabiduría.

Lo realmente interesante del «dejar fluir» es que no aprendemos de la meta, aprendemos del camino.

En ese aprendizaje es desde donde comenzamos a ser camino, y con el paso del tiempo podremos ser huellas para otros caminos.

La gratitud

La sabiduría vive en un estado constante de gratitud.

La gratitud anula la necesidad, anula el sesgo de la carencia.

Anulado el sesgo de la carencia, el individuo vive en la abundancia. En un estado constante de abundancia, el péndulo de los tres estados principales: recibir, aprender y dar; es un péndulo que oscila con precisión inmaterial.

“El amor desecha el temor, y la gratitud vence el orgullo”. Louisa May Alcott

El antídoto para el ego

Cuando se vive en estado permanente de carencia, todo es ego. El ego nutre a la soberbia hasta aislar al individuo en su mundo solitario.

Cuando se activa la gratitud, se activa la humildad, se comienza así a anular el ego: la sabiduría inicia así su camino.

“La humildad es una virtud tan poco apreciada en nuestro mundo precisamente porque facilita la vida”. Orhan Pamuk

Todos los tiempos son perfectos

Si separamos nuestras vidas por tiempos, desde la sabiduría entendemos que cada uno de ellos es perfecto. Porque, esos tiempos te trajeron a este momento presente. Todos esos momentos pretéritos están henchidos de sabiduría, y cuentan tu legado más importante… tu historia.

La diferencia principal entre la inteligencia y la sabiduría define la personalidad del individuo.

El “ser inteligente” es complicado, es difícil porque su vida es complicada. El mundo es únicamente su mundo, y la realidad es únicamente lo que su espejo mira.

El “ser sabio” es una persona fácil, porque su vida es llevadera. El mundo es parte de otros mundos, y la realidad es la que él mira para verla en otros espejos.

La inteligencia es solo un paso,
pero
la sabiduría es el camino.

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