El Kaizen: el camino a la excelencia

Habitualmente, cuando se quiere mejorar cualquier aspecto en nuestras vidas, o en los negocios, se fijan unos resultados muy ambiciosos. Una vez fijado esos ambiciosos resultados, la estrategia para conseguirlo debe ser la más rápida posible.

En esa celeridad, en esa ansia por buscar resultados inmediatos, el individuo se frustra rápidamente para también rápidamente abandonar.

La modernidad tardía, con sus comodidades y sus prisas, aboca al individuo al abandono cuando no ve resultados inmediatos.

Pero, conseguir cualquier objetivo por ambicioso que sea es posible gracias a la mejora continua. Gracias al método Kaizen.

Lo realmente interesante del Kaizen es que es una alternativa mucho más sencilla que nos permite alcanzar exactamente los mismos resultados, pero con un porcentaje de éxito infinitamente mayor.

Unas pinceladas de historia

El Kaizen es una metodología de trabajo que fue diseñada para conseguir los niveles de calidad más altos posibles.

Nació en los años 50 del siglo XX, y de hecho esta metodología llevó a Japón a convertirse en una de las primeras economías del mundo. Japón es la economía número 4 del mundo en términos de PIB.

Tras la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos hizo un enorme esfuerzo para ayudar a la reconstrucción y a la reindustrialización de muchos países que habían quedado absolutamente devastados. En Europa, por ejemplo, se desarrolló lo que se conoció como el plan Marshall.

Curiosamente, España fue el único país europeo que no se benefició de ese plan, fue el único gran país de Europa occidental que quedó excluido de las ayudas del plan,

En realidad, el plan Marshall ni siquiera se llamaba así. Su nombre completo era European Recovery Program, pero gracias a una genialidad del marketing, los norteamericanos lo vendieron así en la prensa y en las radios de la época y hasta hoy lo seguimos llamando plan Marshall.

El objetivo real era evitar perder la posguerra, no era otro. El escenario por aquel entonces era terrible, las economías de los países europeos no terminaban de arrancar y había muchísima hambre y muchísima pobreza. Existía una enorme preocupación porque las ideologías extremistas como el fascismo o el comunismo volvieran a adueñarse de estos países. Especialmente se temía al comunismo, porque por aquel entonces la Unión Soviética estaba muy reforzada tras la guerra.

Lo que se decidió fue reindustrializar a todos estos países con ayudas económicas, pero también con la importación de técnicas de trabajo y de producción que ya funcionaban en los Estados Unidos. Se haría así mejorar la economía, y con ella la calidad de vida de las personas que vivían en estos países para que no se vieran tentados por populismos extremos.

El plan fue todo un éxito y de hecho reactivó muchas de las economías europeas, por supuesto la de Reino Unido, Francia, Alemania, y Portugal.

En el otro lado el mundo, Japón también había quedado absolutamente destrozada tras la guerra, pero lo cierto es que los estadounidenses no les tenían ninguna simpatía.

Era evidente, los japoneses eran quienes les habían declarado la guerra. Pero, curiosamente, con el estallido de otra guerra, la de Corea, Japón pasó a tener una importancia estratégica de golpe. Entonces, el enemigo de mi enemigo es mi amigo.

A partir de 1950 se crearon planes de ayuda y desarrollo específicos para Japón. De hecho es que en los casi cuatro años que duró la guerra de Corea, entró en Japón más dinero americano del que recibió ningún país europeo durante todo el plan Marshall.

Como parte de esos esfuerzos, los americanos llevaron a Japón a expertos que pudiesen introducir en la industria japonesa las técnicas de control de calidad que ya empezaban a usarse en los Estados Unidos.

Entonces, sucedió algo absolutamente maravilloso. Lo que pasó fue que la aproximación más racional y estadística occidental se acabó fusionando de una manera un poco extraña con la tradición filosófica japonesa y con esa permanente búsqueda de la superación personal que poseen.

De esta mezcla tan singular nació el Kaizen.

En el mundo empresarial, su máximo representante ha sido siempre Toyota, sin ninguna duda. Al implantarlo, Toyota lo que hizo fue involucrar a todos y a cada uno de sus trabajadores con un único objetivo: mejorar los procesos de producción.

Lo hicieron dándoles unas instrucciones muy sencillas. Cada vez que tú detectes algo que pueda mejorarse, por pequeño que sea, lo que haces es que levantas la mano, paramos la producción y entre todos pensamos una forma de mejorar antes de continuar.

Se animó a todos los empleados, desde los que limpiaban la fábrica hasta los del Departamento Comercial o de Innovación, que prepararan pequeñas tarjetas proponiendo mejoras. Así iban ascendiendo en la jerarquía. Al final, lo que se consiguió fue fabricar coches con cero errores, de manera que pudieran incluso superar a sus competidores norteamericanos.

El objetivo era integrar constantemente pequeñas mejoras marginales que con el tiempo y su acumulación acabaran teniendo un efecto exponencial en el largo plazo.

El resultado fue tan exponencial que, de hecho, Toyota pasó de fabricar unos 300 automóviles en 1950 a convertirse en el primer fabricante mundial en 2007, adelantando obviamente a todos los norteamericanos por el camino.

Toyota, es el rey mundial del automóvil por cuarto año seguido. En 2023, el grupo japonés logró un récord de ventas con 11,23 millones de unidades, dos millones más de coches que Volkswagen.

El cambio sin duda no fue nada rápido, pero desde luego fue el más efectivo de la historia.

El significado de la palabra Kaizen

Kaizen es una palabra japonesa que se compone de dos sinogramas de escritura japonesa que significan “bueno” y “cambio”. Por lo tanto, el término significa literalmente cambio para bien, aunque suele traducirse como “mejora continua”.

La regla del 1%

Si fuéramos capaces de mejorar un 1% diario en aquello que queremos mejorar o lograr, podríamos llegar al 100% en menos de 100 días. La mejora de cada día se acumula para el día siguiente, en apenas 70 días habrás mejorado un 100%.

Es la magia de los efectos potenciales en el largo plazo.

Estrategia para llevar a cabo el Kaizen: un pentálogo

Paso 1: la mirada crítica

Debemos ser poseedores de humildad. La humildad nos lleva a la mirada crítica, es capaz de reconocer nuestros problemas. Ese será nuestro punto de origen. La complacencia es el enemigo del Kaizen. Comenzaremos a ver cambios positivos cuando dejemos de ser conformistas.

Paso 2: la voluntad de superación

Debemos llevar la voluntad de superación a todos los ámbitos de nuestra vida. Desde nuestro primer momento del día, y en todas nuestras acciones. Hacer todo un poco mejor cada día.

Paso 3: una mejora infinita

Cuando hayamos resuelto un problema, veremos una decena de ellos más. El camino del Kaizen no tiene una meta. El camino de la mejora continua no termina nunca, ya que siempre existe un margen para la mejora.

Paso 4: la belleza en la búsqueda

Nunca se debe esperar una solución perfecta. Esto a muchas personas les produce la parálisis por análisis, ya que encuentran la excusa perfecta para no hacer nada. Pero, cuando caminamos en la senda del Kaizen, nos movemos. Al no detenernos nunca, en ese camino de prueba-error, avanzamos sin apenas darnos cuenta.

Paso 5: la autoexigencia

Jamás podremos progresar sin la humildad, que es la que tiene el poder de reconocer nuestros errores. También, debemos saber ver el problema para así poder encontrar una solución. Para encontrar esa solución debemos dirigir la mirada hacia nosotros. Saber en lo que nos equivocamos es una sinfonía hacia el éxito.

Las estrategias fallidas

Me encuentro a diario con personas superadas por la parálisis por análisis. Personas que viven una vida inmutable, con falta de acción debido a que son presas de una estrategia fallida.

Las personas utilizan dos estrategias.

Estrategia 1: la fórmula mágica

La estrategia, que es propietaria de una fórmula mágica, permite a la persona hacer las cosas sin esfuerzo. Y, no únicamente eso, también de una manera casi inmediata.

Las fórmulas mágicas se recogen en una infinidad de libros: hacerse millonario en una semana, ponerse en forma en cinco minutos, aprender idiomas en un mes, etc.

Estrategia 2: el plan mensual

La estrategia del plan mensual. Un plan ultra completo, henchido de hitos y de puntos clave.

La estrategia del plan mensual se empieza con ilusión los primeros días, pero al poseer hitos demasiado altos en muy poco tiempo… terminan siendo un plan fallido.

El resultado de ambas estrategias es el mismo: el abandono.

Todo es mucho más sencillo de lo que parece.

El verdadero plan es el objetivo, hacer un poco más cada día.

Enfocar el Kaizen en dos fuentes

Existen dos fuentes de mejora clave.

Una es incrementar tus fortalezas, o aquello que crees que está concluido.

La otra obviamente, es reducir tus debilidades, o aquello que te aleja del objetivo.

En esas fuentes de mejora nunca es conveniente hacerlas de una manera radical; eso en el largo plazo nunca funciona.

Se necesita del fluir pausado de los cambios, y de las bellas sensaciones que estos generan.

La clave es ir incorporando cada día nimios cambios.

El poder de las 10000 horas

Para obtener la maestría en cualquier profesión o en cualquier actividad, vas a necesitar invertir 10000 horas de tu tiempo.

Esta teoría es del escritor Malcolm Gladwell, que escribió sobre la regla de las 10.000 horas en su bestseller de 2008: «Outliers» («Fuera de Serie», en español).

Lo realmente interesante, es que si una persona, en lugar de invertir 10000 horas, invierte 100, nunca va a saber hasta dónde puede llegar su potencial.

El Kaizen, en su mejora continua, se realiza un proceso de «automejoramiento» personal al intentar explorar donde está verdaderamente tu techo.

Las tres llaves de las puertas del triunfo

Hablo de triunfo y no de éxito. El éxito siempre es incierto, pero el triunfo es el resultado de haber sido capaz de vencerte a ti mismo.

Llave 1: la humildad

La mirada crítica, el origen de todo. Anulada nuestra complacencia e instaurada la humildad.

Somos sabedores de que siempre podemos mejorar, ergo siempre podemos aprender.

Ese aprendizaje diario nos hará desprendernos de los malos hábitos.

Debemos ser poseedores de humildad. La humildad nos lleva a la mirada crítica, es capaz de reconocer nuestros problemas. Ese será nuestro punto de origen. La complacencia es el enemigo del Kaizen. Comenzaremos a ver cambios positivos cuando dejemos de ser conformistas.

Llave 2: la presencia plena

La presencia plena, o prosoche fija nuestra atención en lo que realmente estamos haciendo.

Cuando somos poseedores de la atención plena se produce la famosa «sensación de flujo», también conocida como «la zona», es el estado mental operativo en el cual una persona está completamente inmersa en la actividad que ejecuta.

Perdemos la noción del espacio y del tiempo, porque nosotros somos la tarea.

Llave 3: la perseverancia

La perseverancia y la persistencia son inseparables.

Si tenemos la voluntad de mejorar continuamente, hay que volcar nuestras energías en ello. La energía de nuestro cuerpo es renovable, e ir alcanzando metas a diario hará que esta energía se renueve más rápidamente.

El resultado final del Kaizen: la excelencia

Saber que todo lo que haces se va a proyectar en el tiempo nos conduce a la excelencia.

Cuando surge en nosotros la necesidad de la excelencia, somos seres con un propósito de mejora.

La excelencia no es algo a lo que llegas, es algo sobre lo que cabalgas.

La excelencia se construye cada día, es por ello de la importancia de «estar en el presente», de vivir con atención plena.

Somos seres a largo plazo, y las verdaderas transformaciones y cambios llegan a largo plazo.

Somos creadores.

Somos los únicos responsables de nuestra realidad, porque la realidad la creamos cada día.

Inmersos en el Kaizen, estamos inmersos en la excelencia.

El opuesto a la creación es el victimismo. Por ende, podemos ser creadores o víctimas.

“Sobreestimamos lo que podemos hacer en un año, pero subestimamos lo que podemos hacer en diez años”.

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