Las limitaciones y las creencias. Una mente no binaria: la mente dual

Las creencias y las limitaciones

Dejamos de expandirnos como individuos debido a nuestras creencias. A lo largo de toda nuestra existencia vivimos encarcelados por la jaula de nuestro inconsciente.

Las creencias en su total mayoría, aproximadamente un 95% de ellas son adquiridas desde los cero a los siete años de edad.

Se empiezan a adquirir desde el año cero de nuestra existencia, porque desde la segunda semana de gestación se empiezan a conectar ciertas neuronas, y desde ese preciso momento se está guardando información.

En esa transferencia de información se comienza a programar el subconsciente.

¿Qué es el subconsciente?

El subconsciente o inconsciente es un término perteneciente al psicoanálisis y se refiere a todo aquello que tenemos guardado o almacenado debajo de nuestra propia consciencia, como si estuviera escondido y no lo pudiéramos ver a simple vista como ocurre con el iceberg.

Los seres humanos nacemos con un 25% o 30% del cerebro formado. A la edad de siete años ya tenemos un 95% del cerebro completamente formado.

Conforme vamos creciendo: vamos comprendiendo, vamos copiando, vamos guardando significados, aprendiendo un lenguaje, aprendiendo comportamientos. En ese proceso vamos experimentando y guardando toda esta información.

“Los patrones de repetición
son
los que nos generan
los automatismos de nuestro comportamiento”

Las creencias son siempre el origen

Todos nacemos en un determinado entorno familiar. A su vez, ese entorno familiar está sumergido en una determinada sociedad, la sociedad está sumergida en una cultura. La cultura está sumergida en un contexto político, económico, de religión, de avances tecnológicos. Toda esa información a la que estamos expuestos permea absolutamente sobre todos los componentes que están dentro de cualquier colectivo.

Carl Jung decía que nacemos con esta parte del inconsciente colectivo.

El inconsciente colectivo es innato, no es de naturaleza individual sino universal. Es decir, es lo mismo en todos los hombres y mujeres. Sólo podemos hablar de un inconsciente cuando es posible verificar la existencia de contenidos del mismo.

Ese inconsciente colectivo limita al individuo en virtud de la sociedad prematura que le tocó vivir, ese inconsciente depende del lugar y de la época.

“Todos nacemos
con una identidad prefijada
por el entorno”

¿Qué ocurre con las creencias?

Que se convierten en limitantes.

No obstante, ninguna creencia que fue adoptada, fue adoptada como limitante. En algún momento esa creencia nos hizo tener comida y eso era lo realmente importante.

¿Qué es lo que ocurre?

Conforme vamos evolucionando, también tenemos que evolucionar el contenido de nuestra mente.

Las creencias son nuestro origen: nuestra cuna

Las creencias son como una cuna.

Cuando nace un bebé ese bebé tiene una cuna de su tamaño. Conforme el bebé crece, entonces el bebé necesita una cuna más grande. Conforme va creciendo una cama pequeña, y así sucesivamente hasta que finalmente necesita una cama grande. Exactamente, ocurre lo mismo con nuestras creencias.

Es por ello que necesitamos seguir evolucionando.

Nuestras creencias se nos van a quedar pequeñas en algún momento de nuestra existencia.

El problema del ser humano, en su generalidad, es que no puede evolucionar, ya que se aferra a sus creencias pretéritas.

“Las creencias
en todo lo pasado,
nos hacen transitar
siempre
por los mismos caminos”

El “no evolucionar” es quedarse en la cuna pequeña

Al estar programados en unas creencias, esas propias creencias son las que limitan nuestra manera de pensar, nos limitan a nivel de pensamiento, esos pensamientos nos limitan a nivel de palabras, esas palabras nos limitan a nivel de las acciones. Todo ello desemboca en la inacción.

Debemos desapegarnos de las creencias limitantes, para así poder adoptar otras nuevas con el fin de expandirnos.

Todos los seres humanos hemos sido diseñados para transformarnos constantemente, todos estamos predestinados al cambio.

La anulación del ser humano ocurre cuando duerme en la cuna de sus creencias.

“Cuando
un camino es demasiado corto
las metas
están demasiado cercanas”

Una enseñanza elemental: el fluir de la vida

Bruce Lee no sólo fue famoso por haber transmitido sus inigualables conocimientos en artes marciales, ayudó a muchas personas a entender la civilización y la filosofía china en la segunda mitad del siglo pasado.

En su última entrevista en 1971, Bruce Lee pronunció aquella famosa frase: «Be water, my friend» (Sé como el agua, amigo mío).

Con esta frase nos invitaba a desarrollar nuestra flexibilidad a no establecernos en una forma concreta, sino a adaptarnos, algo que en la cultura occidental hemos aproximadamente trasladado al término resiliencia. Así intentamos afrontar los cada vez más frecuentes cambios en la vida, en la sociedad, en el mercado laboral, la familia, y en nuestros proyectos vitales, tan repletos de incertidumbre.

Lo que nos explica Bruce Lee no es una enseñanza para aplicar en las artes marciales, sino a la vida.

Vacía tu mente, deja de tener formas, como el agua.

Si pones agua en un vaso, esta se convierte en el vaso. Si pones agua en una botella, esta se convierte en la botella. Si pones agua en una tetera, esta toma la forma de la tetera. El agua puede fluir o puede chocar. Sé como el agua, amigo mío.

“Tener el no camino como camino
y
la no limitación como limitación”. Bruce Lee

Vaciar la mente de antiguas creencias

Cuando tus creencias son inmutables, y piensas que tú no tienes nada que cambiar: tu vida tampoco cambiará.

Pero, cuando te liberas de la propia cárcel mental que tú creaste por la rigidez de aferrarte a tu razón, a tus creencias heredadas: los movimientos naturales de la mente harán que puedas escucharte.

Será el inicio de un diálogo que conducirá al autoconocimiento.

Las personas se desconocen, y ese desconocimiento conduce únicamente a una falta de propósitos.

“Únicamente
es la mente
la que puede
anudarte y desanudarte
a la vida”

La importancia del lenguaje: nos hablamos y nos hablan

La forma en la que uno se habla, llega a cambiar incluso la actitud.

No influye únicamente a nuestro ser como nos hablamos a nosotros mismos, sino también nos influye cómo nos hablan los demás.

Hablarnos y hablar a los demás con respeto y gratitud, influirá tanto en la actitud como en el comportamiento.

El lenguaje no se basa en exclusividad en las palabras, también se basa en los gestos y las miradas.

Todo lo aprendido se expresa a través del lenguaje.

“Todo
hasta lo invisible
tiene una expresión”

El lenguaje no sólo revela las creencias, también revela nuestro autoconcepto.

El autoconcepto es un diálogo interno: es el amor que tienes por ti, por tu vida, y por la vida de los otros.

Las palabras que nos dicen los demás, las que nos dicen nuestros referentes, las que nos dicen nuestros políticos, incluso las que escuchamos a través de la música, nos puede llegar a limitar.

Todo este lenguaje puede incluso llegar a programar esas creencias que luego nos limitan a lo largo de toda una vida.

Esas “creencias programadas” nunca te las cuestionas. Y, cuando esa programación hace su misión: repites ideas y conceptos como un loro de repetición, sin saber ni siquiera por qué.

La cultura de la reafirmación

Vivimos en una sociedad que nos sumerge en el caldo de cultivo de la ignorancia. Desde la ignorancia se puede no sólo programar a la población mediante las creencias, también se puede reafirmar esa información.

Es una estrategia muy sencilla a la par que efectiva.

El individuo vive sometido a una ráfaga constante de estímulos, una cantidad ingente de información innecesaria. Nuestro cerebro vive en un estado constante de alerta. En ese estado de alerta se ingiere la información sin que se pueda realizar un análisis de la misma.

Como todos los medios y vías de comunicación llevan una misma línea editorial: el individuo termina por aceptar las creencias impuestas.
Nuestro cerebro no está entrenado para negar a tanta reafirmación junta.

Somos víctimas de una cultura de creencias.

Pero, podemos liberarnos de toda esa información sesgada bien sea cultural, social, familiar o política. Sólo necesitamos plantar un camino: el camino de la reflexión continua, el camino del autoconocimiento.

En el camino de la reflexión continua se cuestiona cada información que nos llega, lo que no se puede evitar es que nos llegue. Pero, podemos ver si esa información o pensamiento es verdaderamente cierto.

“Cuando
nos pensamos
somos
dueños de una verdad”

Ser mucho más: el aislamiento del mundo dopaminérgico

Somos mucho más que nuestras creencias, debemos desapegarnos de nuestras etiquetas e identidades: éstas son limitadoras.

En nuestro diálogo interno debemos cultivar la incomodidad con el fin de entender cuales son nuestras fortalezas y debilidades.

Al vivir inmersos en un mundo dopaminérgico somos un cactus inundado por agua en medio de la selva amazónica: inundados por dopamina que nos ahoga en el fango de la ansiedad.

El exceso de dopamina está ligado a enfermedades mentales como por ejemplo la esquizofrenia. Con altos niveles de dopamina pueden aparecer los mismos síntomas que tendrías si tuvieras esquizofrenia, tales como, delirios, alucinaciones, entre otros. Un exceso de dopamina también puede provocar trastornos bipolares.

“Vivir es mucho más que existir”

Es por ello que todos podemos “ser mucho más”. El primer paso es deshacerse de la dopamina barata en la medida que nos sea posible, para así obtener la dopamina de forma natural mediante el ejercicio físico y la meditación.

La misma cara de la misma moneda

“El éxito y el fracaso
son la misma cara
de la misma moneda”

Cuando nos hemos desapegado de las limitaciones soldadas a las creencias, ya nunca nos podremos volver a apegar a lo mismo.

Ya que lo que en un principio es malo en un futuro puede convertirse en bueno, y viceversa.

Es más; lo que percibes como malo ahora, luego en un futuro puede haber sido la mejor decisión de tu vida, o incluso lo mejor que te puede haber pasado.

Para poder tener éxito debemos expandirnos lo máximo posible, para así no toparnos con ninguna creencia.

En el momento que una acción interfiera con la creencia, se generan los sesgos.

El apego de la mente

La mente siempre va en busca de lo familiar. La mente se apega, porque en ese apego la mente encuentra seguridad.

Da igual que esa familiaridad sea tóxica o negativa.

¿Por qué algo se convierte en familiar?

Por repetición. Porque el individuo se basa en las creencias, y no en la suficiencia. La suficiencia es poder salir de eso que repite tu mente.

Muchas personas en ese diálogo interno se repiten: estoy en baja forma, soy inútil, soy torpe, soy un desastre. Aquí entra en juego la victimización.

La victimización: la clave del fracaso

Cuando no nos hacemos responsables de nuestro presente: la mente trabaja en piloto automático, y en modo víctima.

Al no hacernos responsables, la mente trabaja por repetición en sus creencias buscando la comodidad de la seguridad.

A la mente le da igual que nuestras acciones sean negativas. Únicamente busca restablecer su seguridad.

La mente al buscar lo familiar vuelve a la cuna de sus creencias (0-7 años): recibir unas ganancias secundarias, provocar lástima o pena. Piensa que llegará alguien que la salve y se encargará de ella.

La mielinización y la victimización

El lenguaje no exclusivamente te releva en el presente según te hablas.

El lenguaje tiene un doble poder, el otro poder es de la mielinización.

El lenguaje mieliniza ciertas conexiones neuronales. Dicho de otra manera: las hace más fuertes.

La cantidad de mielina es la que forma nuestro talento.

Deshacerse de las creencias limitantes: crear un hábito positivo

Un individuo en todo su conjunto es: 50% mente, 40% entorno y 10% talento.

Al estar colmados de creencias limitantes: nos hablamos mal, y por ende nuestra autoestima está en mínimos históricos.

Un estudio del año pasado destacaba que más del 85% de la población no se cree capaz, ni siquiera merecedor de algo mejor.

Esa normalidad hay que extraerla de nuestra mente.

En muchos de los casos la normalidad está alimentada por el entorno. El entorno supone un 40% de nosotros, debemos entender que nuestro entorno nunca debe ser una jaula. Nuestro entorno debe ser siempre un potenciador.

Nuestra perspectiva al potenciarse: directamente se amplía.

Cuando nos deshacemos de las creencias limitantes, y nuestro entorno es un potenciador estamos bajo las condiciones idóneas para ser creadores de nuestra vida.

Ser creadores de una vida: una identidad por descubrir

Cuando nuestra mente es capaz de desapegarse de la victimización, buscamos una identidad.

Al ser responsables de nuestro presente, únicamente buscamos encontrar un universo propio.

Un universo donde todo sea diariamente mejorable.

La construcción de ese universo se hace implementando hábitos.

En nuestra nueva identidad hemos cambiado hábitos. Y, ese cambio de hábitos hace que mueras para renacer en nuevos pedazos de vida.

“Un hábito
es
una decisión repetida”

Aquí radica la clave en la toma de decisiones. Cualquier decisión debe de ser meditada y no depender de automatismos.

Los nuevos hábitos por positivos que sean son costosos en un principio. Realmente ocurre porque necesitamos desapegarnos de la automatización, ésto a nuestra mente la hace gastar energía, y a nuestra mente no le gusta en ningún caso gastar energía.

El cambio de la zona de confort a una zona de no confort requiere al cerebro un gasto demasiado extra de energía, ya que contiene demasiada información.

La práctica de la incomodidad voluntaria es la solución para poder erradicar de nuestra mente a los patrones obsoletos.

Un individuo con unas conexiones neuronales muy mielinizadas tiene un excelso talento.

Pero, si tenemos mielinizadas las conexiones del patrón víctima: tenemos talento para la victimización.

Por ello, esa victimización en muchas personas es muy natural y les sale de una manera espontánea.

Es por ello, que es tan importante el lenguaje en nuestro día a día. Ese lenguaje vale para reafirmarnos. Para reafirmar una información en tu cerebro, que aunque no te guste será beneficiosa a largo plazo.

Nuestra arma para cambiar nuestro mundo es la mente

La mente es el arma más poderosa que posee el ser humano.

Debemos ser capaces de bloquear en la medida que podamos a todos los estímulos que nos proporcionen falsa dopamina.

“La falsa dopamina
es la generadora
de la mentalidad a corto plazo”

Las decisiones tomadas desde el subconsciente de la “mentalidad víctima” son la causa de una sociedad infantilizada.

“Las decisiones
son las que dan forma
a nuestra realidad”

Nadie, absolutamente nadie es dueño de nuestra realidad.

Somos dueños de nuestra realidad, porque hemos asumido la totalidad de nuestra responsabilidad. Todo depende de nosotros.

En esta identidad es donde podemos modelar la virtud de ser poseedores de una buena vida.

Procrastinar: el miedo a la vida

Procrastinar consiste en posponer deliberadamente tareas importantes pendientes, a pesar de tener la oportunidad de llevarlas a cabo (se tiene el tiempo y la ocasión).

Procrastinar es un hábito común, y totalmente destructivo.

Procrastinar es el resultado del miedo. Las personas cada mañana mienten al espejo.

Es un acto de humildad ser brutalmente honestos.

Únicamente desde la honestidad podemos vencer al miedo. Al miedo se le vence con reacción.

La sobreestimulación a lo largo de cada hora de nuestras vidas nos conduce a la ansiedad, nos expropia de ser dueños de un enfoque.

Crear una visión, crear un marco

Cuando somos capaces de crear un marco no debemos salirnos de ese enfoque.

Ese enfoque es un propósito, es la vida en su estado más puro.

En un hábito a largo plazo el hecho diferencial es el enfoque. Para ello se requiere de autocontrol, pero esto se obtiene cuando se cree en una visión.

“Una visión
es
querer
como quieres ser”

Nuestra mente al tener una instrucción clara no va a dudar aunque le suponga un gasto energético extra.

Ya tenemos un objetivo, ya sabemos donde queremos llegar.

“Permanecer
es
ver y creer
en lo invisible”

Una sociedad que no se escucha

Si caminamos a cualquier hora por la calle, podemos comprobar como la mayoría de los transeúntes caminan con los auriculares y hablando constantemente con el éter.

Ese hábito tan extendido en todas las generaciones es muy seductor, ya que su fin es «no escucharse».

Las personas con el tiempo han terminado por no atreverse a escucharse.

“Nuestra vida
es
un espejo
de lo que llevamos dentro”

Ese espejo fue creado por una suerte de elecciones que se generan en su mayoría desde el subconsciente.

No se mira lo que hay detrás del espejo, porque en esa mirada surge la culpa.

Nos aterra sentir la culpa.

Nos da miedo sentir.

Nos da miedo la incomodidad de las emociones. Es mucho más sencillo el sentir víctima, el que nos proporciona una ganancia secundaria.

Ante la incomodidad de las emociones es mucho más sencillo distraerse con las redes sociales, con conversaciones banales, y con la crítica.

El llenado de los canales de dopamina barata es la motivación interna en este siglo.

Identificar las emociones

Cuando abandonamos el miedo a sentir, la mente se deja de apegar a lo familiar.

La mente deja de identificarse con las debilidades.

Porque esas debilidades crean culpabilidad y vergüenza. Esa debilidad que proviene del inconsciente, se convirtió en un lastre por la mera repetición.

Pero, cuando se habita el presente ningún pensamiento pasado te puede definir. Es un constante renacimiento de las emociones.

“El dolor
es
únicamente pasado”

El dolor ocurre porque no se vive en el presente.

Al vivir constantemente en el pasado, las emociones viven encapsuladas en nuestra alma. El dolor que vive en el presente sucede porque está guardado en algún lugar de nuestra sombra.

Cuando se deja de reprimir el dolor esa emoción, que es información para nuestra mente, entonces dejará de estar en ella. Finalmente, se borrará de nuestra mente.

La «no» dualidad de los sexos: las mentes retrógradas

Existe una creencia limitante que se da en los individuos varones, y es la de la «no» expresión de los sentimientos.

A los niños a una temprana edad entre los seis y ocho años se les limita en la expresión de las emociones. Básicamente, la argumentación por parte del individuo adulto es: ya se acabó, ya no eres un niño: eres un hombre – no se llora, no se siente, y tienes que ser responsable -.

Esta argumentación se suelda a la mente del individuo, y nunca se la cuestiona.

Es muy común ver que un hijo jamás diga un «te quiero» a su madre. Incluso cuando lo intenta, es incapaz de conseguirlo.

También sucede en muchas parejas donde la palabra «te quiero» no forma parte de su vocabulario.

¿Dónde conduce la «no» expresión de los sentimientos?

Al dolor silencioso.

El dolor silencioso

El individuo varón comúnmente vive con un dolor silencioso. Ese dolor a lo largo de los años genera un trauma.

Un trauma es una experiencia que no pudo ser expresada, que no pudo ser canalizada. Finalmente, se convierte en una forma de aislamiento.

El aislamiento de un adulto que ya no puede ser niño, y se refugia en videojuegos – PlayStation, etc. – porque realmente necesita algo de juego en su vida.

Ese aislamiento alimenta aún más la herida del niño que no puede expresar sus sentimientos.

¿Cómo llegar a ser individuos en paridad?

Una vez que el individuo varón es adulto, sólo tiene un camino para su verdadera evolución: reconectar con lo femenino.

Ese reconectar es un viaje hacia el interior.

Rendirse ante lo femenino, porque la sabiduría es únicamente femenina.

Curiosamente, toda la sabiduría es femenina. Esto sucede porque lo femenino no está limitado en sus emociones, todos sus pensamientos abarcan la completitud del ser humano.

Es por ello, que la sabiduría nunca es masculina, ya que lo masculino carece de todo el espectro de razonamiento.

Por otra parte, no se debe mezclar el concepto intelecto con sabiduría. El intelecto es entrenamiento mental.

¿Cómo obtener una mente dual?

Nuestra sociedad en Occidente es retrógrada, no está evolucionada en la medida que necesita nuestro tiempo.

“Una sociedad
binaria
hace retroceder al tiempo,
es
la involución de la cultura”

Esta guerra de géneros es, como todas las guerras, una suerte de batallas que en cada lance enquistan más y más odio.

Si nuestra mente fuera dual, los problemas de géneros serían inexistentes.

Si el individuo varón adulto fuera capaz de reconectar con lo femenino, sabría que la sabiduría no entiende de formas.

La disolución del ego

Para poder reconectar con lo femenino debemos poder disolver el ego.

Existe una conducta en la que un individuo tiene la verdad absoluta, su mente es rígida, es incapaz de concebir la vida de otra manera.

Cuando somos capaces de disolver ese ego, comienza la pasión por la vida.

La pasión por buscar la dopamina en otra mirada, en un horizonte de colores de aire, en buscar un propósito en cada día por estrenar.

“Cuando
tu mente
conquista el equilibrio,
tu única meta
es vencer al tiempo”

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