El primer mundo en su modernidad tardía, es un mundo insatisfecho.
Nunca antes en la historia de la humanidad hemos tenido tanta cantidad de opciones. Tenemos una cantidad exacerbada de opciones, así que todo es cuestión de elegir. Todo es una cuestión de elección.
Se ha maximizado en grado sumo el bienestar. Al maximizar el bienestar, debemos maximizar la libertad individual, y para esto debemos maximizar las opciones de elección. Cuanto mayor sean las posibilidades, mayor será la libertad, y, por tanto, se obtendrá un mayor bienestar.
Cuanto más independientes y mayor capacidad de elección tengamos, nuestro bienestar aumenta y nuestra sensación de felicidad ante la vida se ve magnificada. Esto que parece lógico no es así.
La paradoja de la elección
La paradoja de la elección, se la debemos al psicólogo estadounidense Barry Schwartz. Fue publicada en el año 2004, en su libro: “La paradoja de la elección: Por qué más es menos”.
Dicha paradoja propone la tendencia del ser humano a estar menos satisfecho con las decisiones que toma, cuantas más alternativas tenga donde elegir.
A veces, tener demasiada capacidad de elección en lugar de hacernos más felices nos hace tremendamente infelices y nos provoca un alto estrés.
Schwartz argumenta que la abundancia de opciones puede generar ansiedad, insatisfacción y parálisis.
Los efectos negativos de la elección
Existen dos efectos negativos en la elección: la parálisis y la insatisfacción.
Voy a abordar a cada uno de ellos por separado, aunque siempre van encadenados. Tras la parálisis viene la insatisfacción.
La parálisis
Hoy todo es cuestión de elegir y tomar decisiones: supermercados, ropa, coches, ocios, etc. Piensen en cuando van al supermercado y quieren comprar un producto y se tienen tantas opciones de lo mismo, o piensen en lo difícil que puede ser elegir una película en alguna plataforma digital; o incluso a la hora de escoger una persona con la cual quiere tener una cita, ahora con las redes sociales se presentan una cantidad de personas ilimitadas con las cuales puede tener esa cita.
Entre tantas opciones, las personas se sienten abrumadas. Esto, en lugar de producir liberación, lo que hace es que las personas sientan una parálisis a la hora de la elección.
Ese miedo a estar equivocados. Ese miedo a no elegir bien nos lleva a la parálisis, a preferir no elegir, a preferir no tener, a preferir no hacerlo mal.
Se llega así a la parálisis por análisis. Como hay tanto donde analizar, tanto donde elegir, en ese punto es donde nos bloqueamos.
La insatisfacción
El segundo efecto negativo es que cuando logran pasar el episodio de la parálisis y han elegido, acaban estando menos satisfechas con el resultado de la elección de lo que lo hubieran estado si hubieran tenido menos opciones.
¿Por qué?
Porque elegir es abandonar.
Nuestro cerebro es egoísta y no quiere perderse nada, es por ello que le cuesta tanto abandonar tantas opciones.
Esto finalmente hace que las expectativas que se tienen sobre lo que se elige sean demasiado altas.
Nuestro cerebro piensa: lo que elegí tiene que ser perfecto.
Cuando lo elegido no es perfecto, porque realmente nada lo es, nuestro cerebro empieza a indagar sobre las opciones descartadas.
Esto finalmente produce un sentimiento de culpa, de lamento y de insatisfacción.
Una juventud decepcionada
Este mundo henchido de posibilidades dio como resultado a una juventud decepcionada..
Se valoran las cosas en relación con la comparación y contraste con otras. Ergo, todo lo que se tiene sufre de comparación, y como consecuencia de ello termina en decepción.
Con las expectativas por los cielos, todo decepciona: las cosas decepcionan, las experiencias decepcionan y las personas decepcionan.
Las generaciones anteriores eran unas generaciones menos decepcionadas, ya que paradójicamente parece ser que todo era mejor antes cuando todo era peor por la falta de elecciones.
Existe una relación directa de la decepción permanente con los índices de sus suicidios y de depresión, que se han disparado en la última generación.
Condenados a ser libres
Jean-Paul Sartre declaró que el hombre está condenado a ser libre, porque una vez que es lanzado hacia el mundo, él es responsable por todo lo que él hace.
Sartre, observo que, debido a la abrumadora libertad de opciones, la humanidad vive en un estado de angustia constante.
La juventud en el primer mundo siempre vivió en la infinidad de opciones. Se acostumbraron a tener un resultado no deseado.
La persona, cuando tiene un resultado no deseado, y únicamente existe una opción, concluye que el mundo es el responsable. Pero, cuando existen muchas opciones y la propia nos decepciona, los responsables somos nosotros mismos.
Ese es el sentimiento eterno de culpabilidad: el único culpable tiene que ser uno mismo, ya que existía una cantidad infinita de opciones.
Una juventud con miedo
La juventud actual es muy vulnerable a la ansiedad.
Ese sentimiento de culpabilidad del que hablaba anteriormente desembocó en el miedo.
El ser humano, al tener miedo, busca el contacto humano. Al vivir inmersos en su era digital que abandona el contacto humano, buscan de alguna manera llenar ese vacio.
¿Cómo?
Con el consumismo, con las compras.
Las compras muchas veces se basan en el miedo, en especial al FOMO – al miedo a perderse algo -.
Cada vez que eligen algo, una nueva y mejor opción está disponible. En ese momento es cuando comienza el ansia. Les parece que están constantemente desperdiciando el tiempo, eligiendo en vez de disfrutar lo que ya eligieron antes.
Se crea así una espiral destructiva donde nunca se vive el presente.
En esa ansiedad, a su vez, las personas eligen cantidad en vez de calidad en el entretenimiento, en las decisiones de la vida y hasta en nuestras relaciones con sus semejantes.
Estategias para abordar un mundo insatisfecho
Estrategia primera: la información
Se deben informar lo máximo que puedan sobre lo que van a elegir. De esta forma podrán ir descartando opciones, y siempre es más fácil elegir entre un menor número de opciones.
Estrategia segunda: el compromiso
Una vez tomada una decisión, comprométase al 100% con ella sin considerar otras opciones.
Si resulta que lo que eligió no era lo que quería, no pasa nada, puede cambiar, pero no se culpe. Evite el sentimiento de culpabilidad.
Debe verlo como una forma de ganar sabiduría, un aprendizaje en el descarte de una opción.
Estrategia tercera: evitar la culpabilidad
Evite la culpa a la hora de decir que otra cosa pudo haber sido mejor, porque realmente no lo sabe.
Si retrocediera al pasado con los mismos contextos, la misma información que tiene en ese momento va a seguir tomando la misma decisión una y otra vez. Porque es lo que cree que es lo mejor para usted en ese momento.
Todo sufre de comparación, y no es justo que su elección se compare con una hipótesis idealizada de otra opción.
¿Por qué?
Porque es igual de válido decir que esa otra opción pudo haber sido peor. No la vivió, es imposible saber las verdaderas consecuencias de cualquiera de las otras opciones que no las vivió realmente.
Estrategia cuarta: menos es más
La más importante de todas, y es que hay ciertas situaciones en la vida en donde menos es más.
En un mundo en donde la realidad cada vez es menor por la infinidad de opciones, debemos eliminar opciones y añadir más realidad.
Siempre menos expectativas dan lugar a una mayor satisfacción.
Miscelánea
Nuestro tiempo es nuestro mayor activo.
Cada día tomamos alrededor de 35.000 decisiones conscientes. Simplemente para decidir qué comer o qué no comer, tomamos alrededor de 200 elecciones conscientes diarias.
Se vive en un mundo donde las personas están empeñadas en hacer muchísimas cosas, y normalmente están falltas de tiempo. Esto es muy discutible, ya que realmente no se tiene poco tiempo, es que se pierde mucho tiempo.
Se pierde mucho tiempo en tomar determinadas decisiones que no son relevantes, pero que hacen perder mucho tiempo.
Nuestra energía es limitada. Tenemos una energía física limitada, la toma de decisiones y elecciones nos producen un gasto energético. Nuestro cerebro gasta mucha energía, de hecho es el órgano que más energía gasta. Por tanto, en cada decisión se produce una fatiga.
Una fatiga genera un estrés mental que acaba desencadenando en un alto malestar, y una sensación de infelicidad.
Inviertan su tiempo en elegir las pocas cosas importantes de la vida.
“El hombre está condenado a ser libre”. Jean-Paul Sartre
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