El síndrome del Coyote

Dentro de la modernidad líquida se ha instaurado una inerme sensación de insatisfacción.

Nuestra sociedad actual es una «sociedad procastinadora», donde sus miembros posponen deliberadamente las tareas importantes pendientes, a pesar de tener la oportunidad de poder llevarlas a cabo (poseen el tiempo y la ocasión).

El mayor de los peligros de la procastinación es el conocido como el «síndrome del Coyote».

El síndrome del Coyote

El síndrome del Coyote viene a exponer que si empiezas algo y no lo terminas, la sensación de insatisfacción se apoderará de tu vida. Y, eso que has empezado no lo conseguirás nunca.

El origen del síndrome del Coyote

Este síndrome toma su nombre de una serie estadounidense de dibujos animados que fue creada a mediados del siglo XX por el estudio de cine Warner Bros.: El Coyote y el Correcaminos (en inglés: Wile E. Coyote and the Road Runner).

En esta serie, un coyote Wile E. Coyote (conocido como «El Coyote») ingeniaba todo tipo de artilugios singulares para atrapar a su rival, una especie de ave muy rápida llamada «Correcaminos» (basado en un animal real, el ave correcaminos grande).

El síndrome del Coyote: la renuncia

El Coyote está siempre muy cerca de atrapar al Correcaminos, pero durante la trama de cada episodio todas sus elaboradas estrategias terminan fallando.
El síndrome del Coyote se define como el hecho de renunciar a una idea tras fracasar en el primer intento y desestimarla por su inutilidad.

Debido al exceso de “dopamina barata” en una sociedad cruelmente aleccionada en el ocio, el individuo se olvida de la persistencia, se olvida de persistir en sí mismo hasta llegar a olvidarse de él.

Todo lo que no funciona a la primera termina por considerarse inútil, y cualquier tipo de esfuerzo va en contra de la sociedad de la comodidad.

El problema de la renuncia es la falta de aprendizaje

El Coyote al renunciar a su primera idea al primer intento, es incapaz de aprender de sus errores.

Algo que a simple vista pueda parecer obvio, es algo muy común en el presente. Si el Coyote se pusiera a corregir lo que le salió mal en su estratagema anterior, en lugar de cambiar totalmente de método y estrategia, pillaría al Correcaminos antes o después. No va a ser el episodio segundo o tercero, probablemente pueda que lo haga en el episodio cien. Pero lo que habrá conseguido no será únicamente vencer al ave, lo que habrá conseguido es vencerse a él mismo.

El síndrome del Coyote en la vida cotidiana

Dentro del mundo de los negocios, es muy habitual poner en marcha varias estrategias para darse a conocer y así vender ciertos productos y servicios, y finalmente cambiarlas radicalmente cuando estas no funcionan.

Lo mismo ocurre en el ámbito del entrenamiento y la nutrición. Si ponemos el foco en la nutrición, en la actualidad existen una infinidad de posibilidades para alcanzar un mismo objetivo en cuanto a la composición corporal, pero las personas tras probar un método; bien sea dieta paleo, flexible, cetogénica o vegetariana, el individuo tiende a abandonarlas muy rápidamente. Esta renuncia es debida a que el individuo se deja seducir por un lema de otra dieta que le promete los mismos resultados de una forma más rápida y lo más importante, menos exigente.

El corto plazo y la nulidad del individuo

Cuando un individuo proyecta sus metas, logros, aficiones; en definitiva cuando proyecta su vida a corto plazo, es un individuo sin propósito.

El hecho de no ser poseedor de un propósito (ikigai) hace de la vida un lugar esteril.

Ikigai (生き甲斐) es un concepto japonés que significa «la razón de vivir» o «la razón de ser». Todo el mundo, de acuerdo con la cultura japonesa, tiene un ikigai.

La fidelidad con uno mismo se encuentra en el largo plazo.

El ocio en grado sumo aleja al individuo de la belleza de la disciplina.

La vida es una estrategia a largo plazo

Cuando somos poseedores de un propósito, hemos optado por una estrategia a largo plazo.

La vida no es otra cosa que un propósito.

En esa estrategia a largo plazo debemos analizar nuestros puntos fuertes, y gracias a la disciplina debemos fortalecerlos aún más. Nunca se deben olvidar nuestros puntos fuertes, ya que son nuestra verdadera identidad.

En cuanto a los puntos débiles, debemos corregir el origen de la debilidad. Debemos ser aprendices constantes de nuestra propia evolución.

Ese aprendizaje constante es únicamente persistencia.

La persistencia: el antídoto al síndrome del Coyote

El síndrome del Coyote hace individuos vulgares; la persistencia hace líderes.

El líder alejado de las luces de neón vive guiado por una estrella.

En ese viaje los obstáculos serán inevitables, pero la persistencia cincela y derriba los mismos.

El individuo, al poseer la persistencia como virtud, convierte en inútil a cualquier resistencia.

La persistencia proporciona fe, y esa fe nos obligará a usar alternativas novedosas. Nos obligará a la novedad, y esa novedad nos hará seres singulares.

El deseo de perseverar es entusiasmo para la mente

Todas nuestras emociones residen en la mente. Cuando abandonamos algo, la mente siente una sensación de vacío. Cuando el abandono se instaura como un hábito, la sensación de vacío se convierte en permanente.

En ese vacío existencial dejamos de aprendernos. Al no ser poseedores de conocimientos, la vida termina por fagocitarnos.

Debemos entusiasmarnos, y perseverar en algo es entusiasmarse por el presente.

Fijado un ikigai todo comienza a fluir sin detenerse.

Un ejemplo de perseverancia: Thomas Alva Edison

En el año 1878, el mundo científico y tecnológico experimentaba con lámparas incandescentes. Existía una competencia exacerbada por lograr dar con una que realmente funcionara.

Thomas Alva Edison, el “Mago de Menlo Park” fue el único dispuesto a probar seis mil filamentos distintos —entre ellos uno hecho con el pelo de la barba de uno de sus más estrechos colaboradores—, con lo que en cada prueba se fue acercando poco a poco al que al final funcionó.

En 1879 dijo: “No fracasé, sólo descubrí 999 maneras de cómo no hacer una bombilla”.

La genialidad se disfrazó de persistencia.

“El genio es un uno por ciento de inspiración y un noventa y nueve por ciento de sudor”. Thomas Alva Edison

Edison nos enseñó que se puede usar toda la energía física y mental —y sin fatigarse ni renunciar jamás—, Edison superó a todos sus competidores, para descubrir finalmente, nada menos que en una pieza de bambú, el poder de iluminar un mundo que estaba en tinieblas.

Edison padeció de hipoacusia. Percibió su hipoacusia —sordera no severa—, no como una minusvalía, sino como una ventaja.

El abandono del síndrome del Coyote

Una vez abandonado el síndrome del Coyote nuestra mentalidad cambia, y el mundo es un nuevo horizonte por estrenar.

Somos conscientes de nuestras fortalezas, y el presente se instaura en nuestra mente.

La persistencia y la resistencia nos hacen aprender las enseñanzas que otros no recibieron por su impaciencia.

“Persiste y resiste”. Epicteto

Al añadir el hábito de la persistencia, nuestra mente nunca estará apresurada, preocupada, ni desesperada.

La energía de nuestra vida es, al contrario de lo que muchas personas creen: renovable.

La vida es un juego que no se detiene

No debemos preocuparnos por lo limitado de nuestro tiempo, ya que cuando somos poseedores de un propósito sabemos que no pararemos hasta que todo termine. En ese tiempo todo será aprovechable.

La plenitud de la vida es saber que la vida no se escapa como el agua entre los dedos, que es lo que les ocurre a las personas que sufren del síndrome del Coyote.

Imbuidos por las redes sociales y sus técnicas de marketing para la vida, hemos de entender que los mayores resultados únicamente se producen por la constancia, la paciencia, la determinación y la disciplina.

Los verdaderos resultados siempre llegan a largo plazo.

Sobreestimamos lo que podemos hacer en un año, pero subestimamos lo que podemos hacer en diez años.

“Muchos fracasos ocurren en personas que no se dieron cuenta lo cerca del éxito que estuvieron”. Thomas Alva Edison

david-epc

David EPC ©

Todos los derechos reservados y copyright a nombre de David EPC.
Mr. D BOOKS.