Ho’oponopono, la técnica atávica hawaiana del perdón

Los hawaianos creían que las personas estábamos en pura conexión con el universo, conectadas las unas con las otras mediante el “aka”.

En esa unión invisible para el ojo fluye la energía de la vida.

Hay ocasiones en las que el “aka” se debilita debido a nuestras diferencias, a los diversos problemas que nos anclan al pasado, a las palabras recibidas que nos duelen, y también a las palabras silenciadas.

Entonces, la energía deja de fluir con su armonía vital. En ese momento surgen los malestares, los problemas, y los trastornos.

El ho’oponopono nos ayuda a sanar el “aka”.

Es capaz de reparar el vínculo con las personas importantes en nuestras vidas, y además nos permite recuperar la conexión con nuestro interior.

Esta filosofía: el ho’oponopono, nos hace practicar la bondad en su sentido más amplio, también nos hace practicar un perdón activo y envolvente que empieza en uno mismo y que sabe reconocer lo que es ético, lo que es virtuoso y la verdadera nobleza.

El ho’oponopono fue altamente eficaz para resolver diferentes problemas sociales: actos de delincuencia, disputas entre grupos de vecinos, familias, diferentes etnias e incluso problemas existenciales de una buena parte de la comunidad hawaiana.

Es muy interesante destacar que el ho’oponopono se implementó en los programas carcelarios con un tremendo éxito. Los ancianos guiaban a los reclusos en esta práctica para resolver las tensiones y los conflictos; se favoreció con ella una adecuada catarsis emocional que mejoró la convivencia en las instituciones penitenciarias de Hawái.

Comencemos el viaje…

Este viaje a la filosofía de vida milenaria hawaiana es un viaje hacia nuestro interior.

La técnica que hoy se practica, es muy similar a la que se practicaba hace 5.000 años.

El ho’oponopono se debe hacer desde dentro.

Es por ello que esta herramienta milenaria es muy útil para sanar desde dentro, para sanarnos desde nuestra raíz más profunda: el alma.

Todas las heridas externas cicatrizan para dejar un recuerdo de vida, pero las cicatrices del alma son difícilmente reparables.

No existe una cirugía definitiva para el alma; pero sí existe un apósito que repara el alma, ese apósito… es el perdón.

El perdón
es
un apósito
para el alma.

El perdón en Occidente

El perdón es común a todas las culturas y religiones. Pero, el enfoque para practicarlo siempre difiere de unas a otras.

En Occidente, el perdón va estrechamente ligado a la culpa y al autocastigo.

Sin embargo, en muchas culturas de la Polinesia el enfoque es algo más optimista y se relaciona con la confianza en uno mismo y la limpieza mental.

El significado literal de ho’oponopono es poner orden, rectificar, enmendar, revisar. Hoʻoponopono” se define en el diccionario hawaiano como “higiene mental”.

Entender el perdón

Para ser capaces de perdonar debemos entender el perdón para nosotros, y no para el otro.

El perdón es una responsabilidad individual, ya que el perdón reside en nosotros.

Al entender el perdón, nuestro horizonte será un horizonte henchido de gratitud.

El beneficiario del perdón

Cuando hemos entendido que el perdón es para nosotros. Es el individuo el primer beneficiario del acto de perdonar.

Cuando perdonamos, lo que hacemos es perdonar nuestra reacción a lo sucedido.

Las reacciones habituales son: la rabia, el enfado. En esa rabia habita la frustración. En ese enfado habita el castigo.

Entre la rabia y el enfado habita la tristeza.

En ese perdón a nuestras reacciones se crea el control de las emociones.

Cuando
somos presos
de nuestras emociones,
somos
nuestra propia cárcel.

La aceptación es la autopista hacia la gratitud

Cuando se perdona y se acepta, se deja de vivir desde el enfado, desde la crítica, y se anula el sentimiento de víctima.

Dejamos de ser víctimas para ser protagonistas.

Ya que desde la aceptación entendemos que la vida también nos puede brindar cosas desagradables, pero esas cosas las debemos transformar únicamente en aprendizaje.

Podemos unir la línea de puntos de nuestra vida, y trazarla en sentido contrario – hacia el pasado -. En esa unión, en esa conexión, entenderemos que las cosas malas que nos ocurrieron en el pasado dan sentido a nuestro presente.

El presente
es la realidad
que
el pasado
no consiguió domar.

La paz interior

Antes de cambiar el mundo de las personas que nos rodean, debemos cambiar nuestro mundo.

Nuestro mundo no es un mundo externo, nuestro verdadero mundo habita en nuestro interior.

En estos tiempos atomizados, y abrigados por la ferocidad del odio; debemos ser la bondad de la paz.

La única manera de ser paz para otros, es ser perdón.

Cuando perdonamos a otros, en ese acto de responsabilidad se alcanza la paz interior.

El bucle del rencor

Cuando el individuo culpa a la sociedad de su destino, el individuo es un «individuo víctima». Y, cuando en la sociedad predomina el «individuo víctima», esa sociedad es una «sociedad infantilizada».

La sociedad infantilizada es una sociedad en bucle, que es ajena a todo tipo de cambio, ya que un cambio requiere de un recorrido: de un principio y de un final.

La sociedad infantilizada es una sociedad enfadada. Los individuos están rabiosos, y el enfado copa casi la totalidad del día.

Alejados de la paz interior, se vive en el bucle del rencor.

Pero, si vivimos en un estado de paz interior, seremos capaces de alcanzar la sensación de calma en todo momento.

El mantra: “Lo siento. Perdóname. Gracias. Te amo”

Este mantra no necesita verbalizarse. Este mantra es una técnica introspectiva, es una técnica que mira hacia el interior.

Cuando comenzamos a conectar con estas palabras: “Lo siento. Perdóname. Gracias. Te amo»… Estas, nos orientan como una brújula a enfocarnos en nuestra responsabilidad individual.

A una responsabilidad individual que, al ser nosotros los únicos responsables de nuestros sentimientos y emociones, somos los verdaderos artífices de nuestra mirada.

Los únicos dueños de nuestra mirada, desde la cual podemos volver a enfocar nuestra visión del mundo.

En esa nueva visión del mundo donde habita el perdón, la calma interior se instaura insondable a nuestra alma.

La tormenta perfecta

Si nos sumergimos dentro de la «sociedad infantilizada» con ausencia de espíritu crítico, nos ahogaremos en la negatividad.

Debemos ser constructores de positividad, únicamente así podremos moldear nuestra alma.

Desde el perdón, desde el “Lo siento. Perdóname. Gracias. Te amo”, desde este pilar iniciaremos nuestra propia construcción.

Los bucles negativos nos sumergen en la tormenta perfecta, y son los que no nos permiten ser felices.

Porque ser feliz es únicamente vivir la vida que mereces.

Si vivimos desde el perdón y la gratitud, mereceremos el don de la felicidad.

Vivir la vida es vivir la plenitud del momento presente.

Colmarnos de vida es respirar la calma de un amanecer, sentir la emoción de un martilleo del corazón, acariciar la belleza de un gesto, y detener el presente en una mirada.

Referencias bibliográficas:

Pukui, Mary Kawena and Elbert, Samuel H (2009). Hoʻoponopono: Contemporary Uses of a Hawaiian Problem Solving Proces University of Hawaii (1986) ISBN 978-0-8248-0703-0

Simeona, Morrnah, Self-Identity through Hoʻoponopono, Basic 1, Pacifica Seminars (1990)

Vitale, Joe, Hew Len Ph.D (2011), Cero límites. Ediciones Obelisco

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