Miyamoto Musashi: filosofía de vida

Miyamoto Musashi fue el más famoso de los samuráis japoneses, vivió en el siglo XVI.

De niño, Miyamoto Musashi se llamaba Shinmen Takezo, el hecho de cambiarse el nombre era habitual en el Japón feudal.

Venció su primer duelo a la edad de 13 años, y a los 16 años, se hizo ronin. Un ronin era un samurái sin amo durante el período feudal de Japón, entre 1185 y 1868.

Tuvo más de 60 combates entre los 13 y 30 años, en los que nunca fue derrotado.

Su último combate es el duelo más famoso de la Historia de Japón: Miyamoto Musashi vs. Sasaki Kojiro. Tras el duelo, abandonó su obsesión por los mismos y se concentró en su carrera como artista. Musashi miró a una dirección diferente. Se convirtió en un hombre nuevo, distinto, con otras metas más elevadas.

A los 30 años pasó por un período de profunda reflexión, fue cuando comenzó a buscar el significado más profundo de la vida.

He de destacar que parte de su juventud la pasó vagabundeando, como cualquier ronin errante. Musashi siempre fue un espíritu inquieto, siempre en busca de perfeccionarse constantemente. Sus viajes de entrenamiento por todo Japón, en busca de nuevos retos y rivales a los que enfrentarse, han quedado en el imaginario colectivo de Japón, y confieren al personaje un cierto halo de romanticismo.

Autorretrato de Miyamoto Musashi

Sobre el 1640, en el ocaso de su vida, Musashi decidió descansar y buscar asilo bajo el manto del clan Hosokawa. Allí pasará sus últimos días como un eremita, en retiro y soledad. En 1645, poco antes de su muerte, terminó la gran obra de su vida: “El Libro de los Cinco Anillos”.

Terminó de escribir el libro unas semanas antes de su muerte, el 19 de mayo de 1645., el cual dedicó a su pupilo Teruo Magonojo. En él recopila todas sus enseñanzas sobre el arte de la espada, la estrategia y la vida en general.

Recomiendo encarecidamente su lectura.

El libro de Miyamoto Musashi hoy en día es un libro de referencia para los hombres de negocios de Japón, especialmente en lo que se refiere a estrategia empresarial, negociación y marketing.

Su fama le ha sobrevivido más de 400 años, no por sus dotes como samurái o artista, sino como pensador.

A lo largo de este escrito les voy a exponer cuatro principios extraídos de la filosofía de Miyamoto Musashi para no desperdiciar la vida, para no desperdiciar lo más valioso que poseemos: nuestro tiempo.

Primer principio: Existir para el bien del ser humano

Cuando buscamos no desperdiciar la vida, debemos partir del primer principio: existir para el bien de la humanidad.

Cuando somos capaces de generar un impacto positivo sobre los demás, se genera un beneficio mutuo. No obstante, cuando ese impacto es duradero es porque nuestras acciones han sido capaces de mejorar la vida de otras personas.

Partiendo de este principio, nuestra vida estará en constante simbiosis positiva con el entorno.

Para poder ser capaces de generar un impacto positivo sobre los demás, debemos ser capaces de reconocer a nuestras emociones; pero sin que éstas nos dominen, ni tampoco nos controlen.

Cuando reconocemos nuestros sentimientos, dichos sentimientos no son otra cosa que pensamientos. No debemos dejarnos abrumar por ellos. Esas emociones son las que nublan nuestro juicio, y finalmente obstaculizarán nuestro eterno progreso.

¿Cómo contribuir de manera significativa a la vida de los demás?

Simplemente se trata de regalar desinteresadamente nuestro tiempo, energía y talento para elevar y empoderar a quienes no rodean.

Puede ser por medio del sanador lenguaje: ya sea una palabra amable, una sonrisa, tender una mano amiga, o incluso un gran gesto. Sea como fuere cada acto de contribución añade valor e importa.

En estos últimos tiempos se habla mucho de la adhesión al ejercicio físico. Cuando las personas ven resultados en su progreso es cuando comienza de forma inconsciente esa adhesión. Vamos a aplicar la adhesión también a este primer principio.

La adhesión a este primer principio comienza al reconocer las emociones, pero no permitiendo que nos controlen.

El primer principio que reside en existir para el bien de la humanidad está muy alejado del ego, ya que existir es un propósito superior al de la gloria personal.

En el camino de dejar huella en la vida de otras personas, se desata en nuestro interior la alegría. Nada puede alegrarnos con tanta profundidad como la de marcar una diferencia positiva en la vida de otra persona.

Si ustedes se fijan en los rostros de las personas con las que se topan a lo largo del día, encontraran un porcentaje nimio de rostros felices.

“Una sociedad
henchida de egos
es
una sociedad vacía de existencia”

Llegar a transcendernos es el mayor de los objetivos del ser humano. Cuando nuestro propósito es enfocarnos en el bienestar de los demás, nuestro propósito trasciende de nuestra existencia individual. En esos propósitos nos convertimos en parte de un esfuerzo colectivo para crear un mundo más compasivo y humanamente interconectado.

Cuando aplicamos este primer principio a nuestra vida, comprendemos que debemos cuidarnos.

Es una consecuencia lógica el hecho de que al cuidarnos a nosotros mismos, podemos servir mejor a aquellos a quienes buscamos ayudar.

En estos tiempos modernos, al vivir circundados por dopamina barata las personas olvidan cuidar su mente, y cuando viven sumidos en la ansiedad de los estímulos se olvidan cuidar su cuerpo.

Cuando iniciamos un camino personal de mejora desde este principio primero, aprendemos a encontrar un equilibrio entre el cuidado personal y el servicio a los demás.

Cuando vivimos en simbiosis con nuestro entorno, nuestro bienestar está interconectado con el bienestar de aquellos a quienes tocamos.

Cuando hemos adoptado al principio primero como una parte esencial de nuestra vida; en última instancia, vivir para el bien de la humanidad conlleva un profundo sentido de realización y satisfacción.

Todo ello conduce a una vida rica en conexiones significativas y legados perdurables.

“Cuando somos el faro,
podemos guiar a un mundo
que amanece
entre las incertidumbres de las sombras”

Segundo principio: buscar lo que buscaron

Debemos tomar los principios subyacentes de los referentes que nos han precedido. Pero, no por imitación de su comportamiento sino por la comprensión de los propios principios.

Musashi a lo largo de toda su vida estudió diversos estilos y estrategias de artes marciales no para copiarlos directamente, sino para comprender los principios más profundos y adaptarlos. Ese estudio de los principios con su adaptación personal le hizo crear enfoque único en el combate.

Al aplicar el segundo principio, Musashi se convirtió en un guerrero excepcionalmente hábil e innovador. Fue reconocido por su maestría y sabiduría en la batalla.

En nuestra incansable búsqueda de conocimiento nunca debemos de conformamos con la simple copia de las acciones de quienes nos precedieron.

Lo que ocurre con la búsqueda de conocimiento, es que en esa búsqueda emprendemos un viaje para comprender la esencia pura del conocimiento.

En el estudio de los principios subyacentes nos sumergimos en las motivaciones, creencias y valores que impulsaron las acciones de nuestros referentes.

Al buscar esa comprensión de los principios subyacentes que guiaron otros caminos obtenemos una profunda visión de sus experiencias y del mundo que vivieron.

Este principio nos invita a ser algo más que imitadores pasivos, nos invita a ser aprendices activos y pensadores críticos.

El razonamiento crítico surge cuando analizamos las razones detrás de sus elecciones, es entonces cuando descubrimos el tesoro de la sabiduría.

Aprendemos de sus éxitos y fracasos, aciertos y errores.

Ganamos así una apreciación por la complejidad de sus vidas y los desafíos a los que se enfrentaron. Esto será de gran ayuda para poder transitar nuestro propio camino de una manera más efectiva.

Además, la aplicación del segundo principio nos lleva a adaptarnos y evolucionar.

En lugar de estar limitados a rectificar sus pasos, ganamos la flexibilidad para encontrar soluciones a desafíos nuevos y únicos.

Nos sentimos capacitados para innovar y tomar decisiones basadas en una comprensión profunda de los principios que resisten al inexorable paso del tiempo.

En el núcleo de este principio se encuentra el crecimiento personal y la autenticidad. Al interactuar con los caminos de quienes vinieron antes que nosotros, descubrimos elementos de sus historias que son comunes a nuestras propias aspiraciones.

A través de este proceso de reflexión, desenterramos conocimientos valiosos sobre nosotros mismos que creíamos olvidados.

“Buscar lo que buscaron” nos alienta a hacernos profundas preguntas sobre nuestro propósito y lo que realmente nos importa.

Al combinar la sabiduría del pasado con nuestra autenticidad presente, cultivamos una vida significativa y orientada a un propósito.

Apreciamos los principios atemporales mientras forjamos nuestro propio camino único y singular.

“Un equilibrio armonioso
reside
en honrar la tradición
y
abrazar un cambio”

Tercer principio: no buscar el placer por sí mismo

“Una vida plena
es una vida
a largo plazo”

En los tiempos en lo que todo debe ser inmediato, el individuo apenas siente la necesidad de buscar un objetivo a largo plazo.

Una sociedad basada en las prisas, únicamente es capaz de buscar la gratificación a corto plazo. Los placeres a corto plazo terminan por generar al exceso como hábito.

Musashi buscaba equilibrar el placer con una vida con propósito, también evitó el exceso y la gratificación a corto plazo.

Nunca debemos buscar el placer por sí mismo.

Les expondré un ejemplo de vida de Musashi. Musashi durante sus primeros años como samurái errante, se encontró con un punto de inflexión que moldeó su filosofía.

Fue desafiado a un duelo por un hábil oponente conocido por su estilo de vida llamativo y centrado en el placer. La destreza marcial del oponente estaba impulsada por el deseo de fama, gloria y placer efímero. En contraste, Musashi encarnaba un enfoque más contemplativo, buscando una comprensión más profunda del propósito de la vida. Cuando comenzó el duelo, el oponente atacó con golpes agresivos y llamativos aparentemente disfrutando de la emoción del momento. Musashi, por otro lado, mantuvo una actitud tranquila y enfocada sin sucumbir al atractivo de entregarse al calor de la batalla. Con precisión calculada y movimientos minimalistas desarmó y derrotó a su oponente, evitando así la agresión innecesaria y el exhibicionismo.

Este encuentro marcó una revelación significativa para Musashi. Se dio cuenta de la importancia de equilibrar el placer y el propósito, entendiendo que momentos fugaces de emoción y deseos impulsados por el ego no son el camino hacia la verdadera satisfacción. En cambio, encontró la felicidad y la satisfacción al perfeccionar sus habilidades, buscando la mejora constante y a su vez la iluminación a través del camino de la espada.

Musashi explica la importancia de encontrar un equilibrio entre el placer y vivir una vida con propósito.

En lugar de buscar excesivamente la gratificación a corto plazo, nos insta a buscar las satisfacciones en actividades significativas.

Las percepciones de Musashi nos llevan a cuestionar nuestras prioridades y elecciones. Es esencial comprender que si bien el placer puede traer alegría temporal, no debe convertirse en el único enfoque de nuestra existencia.

En cambio, debemos esforzarnos por una vida con propósito, donde nuestras acciones se alineen con nuestros objetivos y valores a largo plazo.

El tercer principio nos alerta sobre los peligros del exceso, que pueden llevar a búsquedas vacías y oportunidades desperdiciadas. Por otra parte, nos recuerda ser conscientes de nuestras acciones y evitar así quedar atrapados en un ciclo de gratificación inmediata que obstaculiza nuestro crecimiento personal y desarrollo.

Al reflexionar sobre las enseñanzas de Musashi, obtenemos una comprensión más profunda de cómo podemos tomar decisiones conscientes para llevar una vida más plena. Al abrazar una vida con propósito, podemos encontrar una felicidad y satisfacción duraderas al invertir nuestro tiempo y energía en actividades que aportan significado y valorar así nuestras vidas.

Cuarto principio: no tener preferencias

Debemos ser poseedores de una mente abierta, únicamente así podremos adaptarnos a los cambios, y aceptarlos como algo usual.

“Las oportunidades
surgen
de la adaptación”

Musashi llegó a ser un samurái de renombre y ejemplificó este principio a través de su estilo de lucha y mentalidad único, al no tener preferencias en su enfoque hacia el combate y las artes marciales.

Musashi participó en numerosos duelos y batallas, siendo conocido por su habilidad inigualable con espada. Sin embargo, lo que lo distinguía de otros guerreros de su época era su capacidad para adaptar sus técnicas y estrategias según: la situación, el oponente y el entorno.

Musashi no tenía un estilo de lucha fijo ni tampoco férreas preferencias. Creía sobre todas las cosas el hecho de ser flexible y de poseer una mente abierta en el combate.

Evaluaba a cada oponente con una mente clara, sin subestimarlo según su apariencia o reputación.

“Cuando sólo ves tu horizonte,
dejas
de contemplar los infinitos
que amanecen en otras miradas”

El juzgar según una apariencia es propio de las mentes rígidas, de las que en su interior no encuentran un espejo en el que reflejarse.

Una de las principales virtudes de Musashi cuando enfrentaba a oponentes, es que no permitía que el ego o las preferencias personales dictaran sus acciones.

Definía sus tácticas y movimientos en función de las circunstancias específicas del momento.

Una lección importante es saber entender al momento presente, no únicamente guiarse por las enseñanzas o experiencias pretéritas.

“Lo pretérito
simpre
te lleva a un enfoque único”

Cuando se repite un proceso en el tiempo sin tener en cuenta el contexto se genera un enfoque único.

Ese enfoque único sabía Musashi que no le garantizaría la victoria.

Al no tener preferencias, podía responder intuitivamente al flujo siempre cambiante de la batalla.

La sabiduría de Musashi nos enseña el poder que nos genera no tener preferencias, que da como resultado el poder eliminar nuestros sesgos personales y preconcepciones.

Al no tener preferencias, nos liberamos de las limitaciones del pensamiento rígido, lo que nos permite ver el mundo con múltiples miradas y con un alma abierta.

Con esta mentalidad estaremos predispuestos a recibir nuevas ideas, a nuevas experiencias, y a personas en nuestras vidas sin juzgarlas.

Cuando una sociedad está polarizada sus individuos son rígidos al cambio, y por defecto al progreso de la misma.

A través del cuarto principio de Musashi, aprendemos la importancia de abrazar el cambio como parte inevitable de la vida.

“La vida
muere
para volver
a renacer en cada amanecer”

No debemos resistirnos al cambio, este principio nos alienta a fluir con las corrientes de la vida: adaptándonos a las nuevas circunstancias con destreza y resistencia.

Esta flexibilidad nos permite navegar en los giros y vueltas indescifrables de la vida de una manera más efectiva.

El no tener preferencias también significa estar liberado del apego a unos resultados específicos.

Al desvincularnos de las expectativas, nos afecta menos el éxito y el fracaso.

“El éxito y el fracaso
son la misma cara
de la misma moneda”

Así podremos encontrar una sensación más profunda de paz y satisfacción.

Miscelánea

Todos los principios se basan en la importancia de la reflexión continua sobre uno mismo.

Sólo cuando examinamos nuestras vidas y elecciones es cuando obtenemos una comprensión más profunda de nosotros mismos, y a su vez nuestro potencial impacto en el viaje de nuestra vida.

Los cuatro principios destacan la pasión y sinceridad en todos nuestros esfuerzos como elementos esenciales para aprovechar al máximo nuestra existencia.

Todos ellos nos dejan un profundo sentido de introspección, al hacerlo, podemos encontrar un mayor significado y propósito, haciendo que cada momento cuente y dejando de desperdiciar nuestras vidas.

“Como haces cualquier cosa
es
como lo haces todo”

Una curiosidad

La tremenda popularidad actual de Musashi se la debemos a las novelas de Eiji Yoshikawa, algo así como un Alejandro Dumas japonés. Antes de las publicaciones de Yoshikawa, Musashi, este era casi más conocido por su faceta de pintor que por sus dotes como samurái.

Eiji Yoshikawa fue un escritor de novela histórica muy popular en el Japón de mediados del s. XX. Solía publicar sus obras a modo de folletín por entregas en los periódicos, y su éxito entre el público fue descomunal.

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