La columna del domingo: amor fati, amor al destino

“Todo debe
morir y renacer
para ser siempre vida”

El estoicismo y el «ciclo sin fin»

Los estoicos se plantearon la posibilidad de que el mundo se extingue para volverse a crear eternamente. En ese eterno ciclo las mismas acciones y actos ocurren siempre de nuevo: en un «ciclo sin fin».

Ante esta posibilidad se debe adoptar con optimismo todo lo que está destinado a suceder.

El destino ayuda
a quien lo acepta
y
arrastra a quienes se resisten. Séneca

Al adoptar la posibilidad de este «ciclo sin fin», se debe aceptar cualquier circunstancia sin caer en el lamento. Tampoco se debe caer en el manido victimismo ante cualquier adversidad.

Que nadie
te escuche quejarte,
ni siquiera tú. Marco Aurelio

Nietzsche: el peso más grande

Nietzsche a lo largo de su vida estudió minuciosamente la obra de los estoicos.

En el texto de la sección 341 de “la gaya ciencia” con el título: el peso más grande escribió lo siguiente…

“¿Qué dirías si un día o una noche se introdujera furtivamente un demonio en tu más honda soledad y te dijera: «Esta vida, tal como la vives ahora y como la has vivido, deberás vivirla una e innumerables veces más; y no habrá nada nuevo en ella, sino que habrán de volver a ti cada dolor y cada placer, cada pensamiento y cada gemido, todo lo que hay en la vida de inefablemente pequeño y de grande, todo en el mismo orden e idéntica sucesión, aun esa araña, y ese claro de luna entre los árboles, y ese instante y yo mismo. Al eterno reloj de arena de la existencia se lo da vuelta una y otra vez y a ti con él, ¡grano de polvo del polvo!»? ¿No te tirarías al suelo rechinando los dientes y maldiciendo al demonio que así te hablara? ¿O vivirías un formidable instante en el que serías capaz de responder: «Tú eres un dios; nunca había oído cosas más divinas»? Si te dominara este pensamiento, te transformaría, convirtiéndote en otro diferente al que eres, hasta quizás torturándote. ¡La pregunta hecha en relación con todo y con cada cosa: «¿quieres que se repita esto una e innumerables veces más?» pesaría sobre tu obrar como la carga más pesada! ¿De cuánta benevolencia hacia ti y hacia la vida habrías de dar muestra para no desear nada más que confirmar y sancionar esto de una forma definitiva y eterna?”

El ejercicio de imaginación reflexiva

Presten atención a este ejercicio de imaginación reflexiva.

Imaginen que una noche cualquiera el destino les concede la siguiente revelación:

«Cuando tu vida termine volverás a vivirla de nuevo, en la misma secuencia y exactamente de la misma forma. Esa nueva vida será una réplica idéntica de la anterior: éxitos, fracasos, decisiones, penas, alegrías. Todas las ideas, pensamientos, sentimientos; todo ello; volverás a experimentarlo de nuevo en una repetición infinita».

¿Cuál sería tu reacción?

El eterno retorno

Nietzsche denominó a ese ejercicio de imaginación reflexiva: eterno retorno.

Este principio filosófico nos invita a abrazar la vida en su plenitud: sin miedo, sin reservas.

Si realmente descubriéramos que el «eterno retorno» es real, y no hubiéramos vivido nuestra vida en su plenitud: la carga sería insoportable.

Pero, si hubiéramos vivido sin ningún temor, sin ningún miedo; la mera posibilidad de que la vida pudiera ser repetida en una cantidad infinita de veces, haría que la vida nos pareciese un verdadero regalo.

¿Cómo vivir una vida plena?

El amor fati

Amor fati es una expresión latina que se traduce como amor al destino, o amor por el propio destino.

Para Nietzsche, cuando amamos a nuestro propio destino, es mucho más sencillo de soportar todo lo que nos puede suceder.

La grandeza del ser humano radica en el amor fati: sin querer que nada de nuestras vidas sea distinto, ni que haya sido, ni que será.

No sólo soportar lo malo, ni tampoco maquillarlo; únicamente, amarlo.

Amor fati se convierte así en la reivindicación de la vida. Un principio moral que nos hará vivir con plena honestidad.

El pasado es una ilusión

La imaginación nos puede hacer viajar al pasado, y en ese viaje plantearnos lo que podría haber sido.

Este viaje es una trampa, es una ilusión.

Todo lo imaginado es mera ilusión: nunca se podrá saber si realmente lo imaginado podría haber llegado a suceder.

La mente siempre nos invita a creer en el engaño: en el hecho de que todo hubiera sido de una manera mejor de la que fue. Este engaño nos conduce al obstáculo de una trampa temporal.

El futuro
existe
para corregir
los errores del pasado.

Cuando no se cree en el futuro, se repudia al destino propio.

La repudia del destino: el hombre decadente

El hombre decadente es aquel que repudia al destino. Está dominado por el descontento, y con ello se desprecia así mismo.

En ese desprecio hacia su persona se vuelve incapaz de afirmar su destino, para así dejar de amar a la vida.

En ese desprecio se despierta una despiadada voluntad de venganza hacia los demás.

Una sociedad que culpabiliza

En nuestra sociedad está extendido el sentimiento de culpabilizar a los demás, esto implica que nuestra sociedad está henchida de hombres decadentes.

Se necesita culpabilizar al otro del malestar, incluso de las desgracias personales.

Todos son culpables: los ricos, los poderosos, los políticos, los que no creen lo mismo, los que ganan lo que uno no es capaz de haber ganado, incluso los que poseen lo que otros tienen y él anhela.

Finalmente, el pesimismo existencial conduce al individuo a una existencia insoportable.

Amor fati: el estado más elevado al que podemos aspirar

Al converger todo en un eterno presente, todas las cosas que nos suceden están hábilmente encadenadas.

Llegamos así a la conclusión de que sólo podemos amar al destino.

Nos debemos anudar al destino en su totalidad.

Ese nudo debe poseer la voluntad infinita de la vida.

Esa voluntad infinita, ese amor radical, no queda exento del peor de los sufrimientos.

Para Nietzsche el sufrimiento no es el problema, el problema es su falta de sentido.

Si adoptamos el principio amor fati, hemos sido capaces de entender que cada suceso que nos ocurra va a tejer su propio significado para nuestro propio beneficio.

Ese tejido de los sucesos implicaría que todo se encuentra sutilmente anudado. Por ejemplo: placer y desencanto. Quien quisiera tener el mayor de los placeres, debería sufrir la misma cantidad de desencanto. Tal vez, así suceda.

La eliminación de los placeres vacíos: la elección estoica de los placeres

Quienes se dejan atrapar por el placer, y no pueden vivir sin él, son los más desdichados, al permitir que algo superfluo se convierta en necesario. Séneca

Un estoico no busca el placer, es un indiferente preferido: algo que nos es apetecible, pero no debemos desearlo con vehemencia en cuanto que no depende de nuestro control.

Tampoco se debe rechazar. Debemos tomar el camino que hayamos elegido como personas, aquel que nos forme y nos sea congruente con nuestros objetivos vitales. Abrazaremos el placer que decidamos. Sólo así nuestros placeres serán realmente anhelados, y serán conformes a nuestra naturaleza. Sólo así huiremos de los placeres vacíos.

Los placeres
cuando superan cierto umbral
se convierten en castigos. Marco Aurelio

En contra de nuestra naturaleza como seres sociales, debemos salir del rebaño que nos puede conducir al abismo del placer vacío.

Sigue la vida mejor, no la más agradable, de modo que el placer no sea el guía, sino el compañero de la voluntad recta y buena, pues es la razón quien tiene que guiarnos. Séneca.

Como individuos debemos estar por encima del placer vacío, sólo así podremos abrazar a nuestro destino: al dolor y a la soledad, que son parte de nuestra existencia.

Elevados por encima del placer vacío, haremos que nuestras vidas sean la plenitud del presente. Haremos que cada instante sea significativo.

Al abrazar el principio amor fati, será nuestro antídoto contra el nihilismo – doctrina filosófica que considera que al final todo se reduce a nada, y, por lo tanto, nada tiene sentido -.

Cuando vives en plenitud
tu destino
es la ausencia de la nada.

Somos nuestro destino

Cuando somos nuestro presente somos nuestro destino, y no existe mejor rumbo que el que nuestro destino nos va a deparar.

Quizás usted hoy se plantee que el presente es un horizonte de infinitos retornos, entonces comenzará a sentir amor por el destino.

Somos aprendizaje
dentro
de la armoniosa deriva del destino.

No tenemos respuestas únicas que den sentido a nuestra existencia, pero gracias a nuestro razonamiento nos podemos hacer preguntas únicas.

Cuando no sabes
hacia donde navegas,
ningún viento es favorable. Séneca

david-epc

David EPC ©

Todos los derechos reservados y copyright a nombre de David EPC.
Mr. D BOOKS.

Deja un comentario